martes, 10 de abril de 2012

Un arma es una cosa peligrosa... (3).

Hoy iba a poner algunas imágenes, para ilustrar la charcutería de la que es capaz un arma de calibre cincuenta. Sólo he encontrado una imagen y es la provocada por un rifle Barret del .50. Es una cabeza esparramada, completamente pulverizada. No la pongo porque aunque es la herida típica provocada por un arma de éste calibre (aunque su versión como arma de francotirador o antimaterial, dispone de una munición especial, claro), buscaba a la víctima de una ametralladora.
Agujeros como puños es lo que abre una ametralladora m-2 del ejército estadounidense. Imaginad al personaje al que hemos maltratado desde el principio, el tiroteado. Dejemos una sóla ametralladora. Al primer impacto, un trozo grande de su barriga sale volando hacia atrás, junto con parte de su columna. Antes de caer al suelo, otro impacto en el hombro deja al aire la clavícula, pues ya no hay brazo ni articulación alguna. Impulsado hacia atrás, otra bala entra de nuevo por su abdomen, se fragmenta y en trocitos sigue su camino hacia arriba. Así durante pongamos, tres segundos. Seis segundos de impactos y no hay cuerpo, sino pulpa.
Bueno, he dejado claro que éstos trastos son poderosos. Pero son poco práctico como ametralladoras de sección. Literalmente, son demasiado grandes, pesados y con un retroceso tal que no permite su uso ni tumbado. Sólo montado en un trípode fijo, en un vehículo o desde un avión. Las armas de francotirador de éste calibre (se entiende el 50 largo, no el de pistola) son las únicas armas que permiten  transporte y uso por parte de una sóla persona (la Browning M2, es demasiado larga y pesada, además de que para disparar cualquier cosa de dicho calibre, se necesita una posición fija y estar bien afianzado). Los alemanes, disponían de la MG-131 de 13mm que era básicamente una contrapartida a la ametralladora del .50 (cuyo diámetro de boca, es media pulgada o 12'70 mm), pero no hablaremos de ella, ya que la americana tiene un uso más extendido.
Alejémonos ahora del personaje convertido en pulpa y volvamos la vista a los cielos. Comentaba en la anterior entrega, que los ingleses en la Segunda Guerra Mundial tenían ciertas dificultades para derribar bombarderos con sus ametralladoras del .303. Los americanos, desde casi el inicio de la guerra montaron en prácticamente todos sus aparatos las ametralladoras Browning del .50. Al principio cuatro, que eran la mitad o un tercio de la cantidad de bocas que llevaba un Hurricane (depende del modelo). Pero con una pegada muy superior y mayor cantidad de disparos por arma. Sin embargo, la más usada era la de seis ametralladoras. Con ésa configuración, no había caza, bombardero, vehículo blindado ligero o medio, edificación cualquiera, que pudiera resistirles. Podían ser más maniobreros, llevar cañones más gordos. Pero todo era inútil (y el el P-47 Thunderbolt, los muy animales metieron 8 ametralladoras... y les sobraba sitio para un extra de munición, bombas, cohetes o lo que quisieran). Hubo una variante de B-25 (bombardero medio) que cazaba pequeños buques (buques, eh, no lanchas, sino buques) japoneses con un armamento frontal de 12 ametralladoras del calibre 50. Así que imaginad por ejemplo el efecto de un Hellcat norteamericano, armado con seis ametralladoras, disparando a un pobremente blindado bombardero japonés que se debate cómo puede. Aunque el avión no sea derribado (cosa que pasaba a veces), la tripulación, si queda con vida estará gravemente herida después de una pasada. Dos o tres segundos, y tenemos puré si no contamos los daños al aparato (que podía partirse, explotar o cosas así). Incluso un Curtiss P-40 tiene muchas posibilidades frente a un Raisen (el Zero) japonés, a pesar de ser inferior en muchos aspectos, pero se ven en cierta medida compensados por su dureza y su armamento. Si lo enfrentamos contra cazas alemanes, seguiría estando en inferioridad, pero una ráfaga bien puede partir un Bf-109E alemán con poca suerte.
Las ametralladoras del calibre 50 no eran lo más pesado que un podía cargar (he visto modelos especializados con cañones antitanque del 75mm), pero sí tenían una serie de características que las ponían por encima de otras. Principalmente la pegada, la fiabilidad y la posibilidad de llevar mucha munición. Un Foke Wulf 190 (un gran caza) en su variante A-8, podía llevar una panoplia de armas en principio superior con relativamente poco menoscabo de sus capacidades maniobreras. Por ejemplo, si contamos su armamento habitual como dos ametralladoras de 13mm y cuatro cañones de 20mm vemos una configuración más potente, aunque con menos munición por cañón. Los dos cañones más externos se podían sustituir por montajes dobles de 20 (vamos dos ametralladoras, con las que se hacián las pruebas de tiro y seis cañones de 20mm, con los que se exterminaba), o bien por un par de cañones de 30mm de tiro rápido, que se consumían en cero coma, pero tenían un poder destructivo enorme (especialmente por su munición explosiva), dedicados a la caza de bombarderos o el ataque a objetivos blindados a baja cota.

Creo que me he pasado de hablar ya de calibres grandes. Vamos a las armas gatling de varios cañones.
Bien, la premisa parece molona. Un arma así, dispara una cantidad de balas anormalmente alta para su calibre, con lo cual su poder se verá aumentado enormemente. Esto es cierto. A partir de cierta época, con la entrada de los misiles se dejaron de montar enormes cantidades de armas fijas en los aviones, dejando un cañón vulcan de 20 mm (lo más habitual). Los helicópteros en muchas ocasiones han abandonado sus armas monocañón por minigun del mismo calibre (el helicóptero Black Hawk, lleva un cacharro a cada lado). Pero para su uso en vehículos tienen unos cuantos problemillas, que no se nota tanto en éstas configuraciones. El alcance, es menor y la dispersión es más alta, así que son menos precisas. Además, una altísima cadencia de disparo, además de permitirte arrasar un punto, desmenuzar una pared y lo que haya detrás, hace que se gaste muchísima munición en muy poco tiempo.
Luego está el retroceso, que en vehículo no parece importar tanto, hasta que importa. En un coche con una de 7'92 igual no se nota (entended coche por todoterreno Humbee, ya sabéis, ésa cosa blindada con ruedas), pero cuándo metes un cañón así, de 30 milímetros y una cadencia de casi 4000 disparos por minuto, en un avión cuya velocidad no suele superar a la del sonido, la cosa cambia. Un GAU-8 Avenger, es un arma antitanque montada en un A-10 Thunderbolt, aunque como dice mi hermano, es un cañón gatling con alas. Ésta maravilla, reduce tan brutalmente la velocidad del aparato cuándo se dispara, que algunos pilotos comenzaron a disparar a 800 k/h y dejaron de hacerlo cuándo el indicador les decía 400 k/h (he de contrastar ésta información, que leí precisamente en una publicación de divulgación científica de la que por desgracia no retengo el nombre).
Ahora recordad Predator, la primera. La de Chuarche. El ametrallador del grupo se asusta de la selva y la acribilla con su minigún portátil. Efectivamente, con tan poca distancia y descargando tantísima munición, la selva está jodida. Sólo está el pequeño inconveniente de que pesa una animalada. No sólo el arma, sino la munición. Hablamos de dos o tres, o cuatro miles de disparos por minuto.  ¿Cuántas balas de 7'92 puede llevar una persona encima sin que su espalda se rompa? Tal vez tenga medio minuto. Tal vez uno entero, si no lleva nada más. Posiblemente menos (un ametrallador de m60 que use cajones, podía llevar tres o cuatro, lo que hacen trescientas o cuatrocientas balas. Y os aseguro que pesan un huevo). La imagen del aguerrido operador de minigún con un par de cintas cruzándole el pecho se diluye; puesto que cada cinta llevará menos de tres segundos de ráfaga (tres segundos de ametralladora monotiro es una ráfaga muuuy larga), suponemos que las lleva para aparentar.
Sin contar eso, nos encontramos con el retroceso. Un rifle de cerrojo del .303, o uno de 7'92mm, muy similares, acababan provocando un hematoma en el hombro. Podían llegar a dislocar o romper hueso si no se andaba atento y muchos fusileros coincidían en terribles flemas provocadas por el retroceso. Con armas que disparan una vez por segundo (de media) y que se apoyan en el hombro. Nuestro aguerrido minigunero, dispara durante varios segundos un arma de calibre similar. Supondremos que suelta así por lo pronto 50 balas por segundo (aunque hay modelos que llegan a las 100 por segundo). Se tira 44 segundazos pegando tiros con la cacharra después de recogerla de su compañero muerto y pegar tiros con la propia. 2200 disparos. Uno detrás de otro, agarrando como si fuera una escopeta sin culata, así que la fuerza la aguantaban sus dos poderosos brazos. Y luego diréis que Chuck Norris es duro. Nope, éste animal lo es aún más, porque ni se cae de espaldas, ni se rompe o disloca nada, es que ni se mueve del sitio siquiera. Lo raro es que el predator tenga algo que hacer contra él.
Una MG-42, a la que llamaban los órganos de Hitler, por el sonido, era un arma que disparaba con una rapidez tal, que tan sólo el más ario entre los arios era capaz de dispararla desde la cintura (usando la cincha para sujetarla, ya que no podía agarrarla del sistema de refrigeración) y en ráfagas cortitas, pues corría peligro de irse de espaldas, pues su cadencia de unas 1600 balas por minuto eran algo impensable en la época (los soldados enemigos llegaban a sufrir casos de miedo agudo a ésta ametralladora). Imagináos ahora la brutalidad que es disparar un calibre similar durante 44 segundos. No, las armas gatling probablemente no saldrán de sus vehículos o posiciones fijas, precisamente porque no hay calibre lo suficientemente pequeño. La única Gatling funcional que no lanza de espaldas son los modelos para airsoft, que disparan bolas de 6mm y no tienen el retroceso (aunque sí bastante peso). Aún así, por su posición siguen sin ser prácticas.

Para la siguiente entrega, veremos algunos armamentos que se salgan de la tónica habitual o que dentro de lo suyo, sean especialmente poderosos.

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