martes, 23 de marzo de 2010

Zipizapes Técnicos...

Bueno, mis amigos se habrán dado ya cuenta, pero me estoy pegando con la apariencia y los gadgets del blog, para tratar de dar un aspecto más cómodo a la hora de leer. La verdad es que no tengo much idea de html, pero me estoy poniendo las pilas para sacarlo (dado que el modo de ensayo-y-error que tenía pensado y aconsejado, no me está funcionando).
En cuanto lo tenga todo claro, colgaré una cosilla que me he encontrado buscando en el baúl de los recuerdos. Aunque todavía estoy indagando de si es mío, o lo copié de algún sitio...

Un saludo.

viernes, 19 de marzo de 2010

Icusagora Riel. El principio. (II)

Continuamos con otra entrega.


Resulta que el bebé fue recogido por una caravana mercantil, que lo crió como suyo durante unas dos semanas, momento en el que unos bandidos de la zona la asaltaron. Murieron todos, pero los ladrones, tuvieron piedad de aquel bultito sonrosado y gimoteante que pedía comida y atención. Le enseñaron el oficio de salteador y agarrabolsas hasta que la voz comenzó a agravarse y le salió vello de forma incontrolada por todo el cuerpo. En esa época, los ladrones colgaron de una soga, atrapados por un aventurero que se dedicaba a limpiar los caminos de gente como ellos. El aventurero se llamaba Vercel Riel, y adoptó al pequeño, a pesar de que éste lo había apuñalado dos veces, seguidos de insultos. Lo llevó con él, y le hizo partícipe de sus aventuras y desventuras, así como de una parte proporcional del sueldo, de las mujeres, y de la experiencia. Y así se convirtió en hombre. En un burdel de baja estofa que solía frecuentar su tutor, y en el que contrajo una curiosa enfermedad venérea, que le obligaba a rascarse de forma compulsiva, cosa muy poco adecuada cuándo hay una trampa que debe ser desactivada. Acudió a los mejores expertos, pagados con oro, y con plata. Y eligió la solución que más acertada le pareció. Cuando la hubo puesto en práctica, compró además dos botes de pomada natural para las quemaduras extremas, así como un zumito de curación. Y tras aquello (y una parada en el herbolario en busca de un remedio para los hongos), ya pudo continuar en sus quehaceres habituales, que solía ser cubrir a su tutor de las trampas, enemigos y algunos monstruos menores. Cosa que duró poco, porque Vercel Riel fue devorado por una nosferi, que se hacía pasar por meretriz. Mala suerte habría dicho él. Desde entonces, camina de aquí allá, cobrando miserables soldadas por ayudar a tal o cual campesino, o por asesinar a tal o cual monstruito devoravírgenes. La cosa es que no se aburría.

-Vaya mierda de trasfondo. -Su creador no estaba muy contento. -¿Puedo tirar otra vez?-

-Te jodes. -Su guardián se quitaba lagrimones como puños de la cara, doblado sobre su vientre de la tremenda risa. -Eres tú al que no le gusta currarse una historia, así que apechuga chaval.-

Icusagora Riel. El principio.

Bueno, comenzamos con este lío:

Icusagora nació un día bastante lluvioso. Tan lluvioso que el pueblecito lleno de miserables chozas donde nació se anegó completamente, siendo destruidas la mayoría por la fuerza del agua. Ese mismo día quedó huérfano. Su padre murió de alguna enfermedad que; evidentemente, el curandero local, no sabía curar. El licor de lagarto no había hecho nada bueno en su padre. Sin embargo su madre estaba sana, pero la corriente de agua la sorprendió allí. Al quedar al descubierto, la fulminó el único rayo que cayó aquel día. Su abuela trató de recogerlo, pero sufrió un fulminante ataque de reuma de los pantanos y quedó seca en plena riada. El abuelo, antaño un soldado y guerrero capaz, habría rescatado a la indefensa criatura, si no hubiera sido por la lamentable casualidad de morir de viejo la semana anterior. Sí, aquel chico estaba destinado a quedarse solo. Y tanto. Porque Icusagora Riel, estaba tirando en las tablas de generación de trasfondo, y no estaban saliendo nada, pero nada bien.