jueves, 29 de noviembre de 2012

Libertad 8. Dulce emancipación.

Las explicaciones están al final del post, después de la lectura.



–Hola Erecnar, me alegro de verte aquí –dijo Ilvael, sin apartar la vista del monitor–. Estamos con algunas pruebas preliminares, para asegurarnos que todo va tan bien cómo debería.
El hangar estaba bastante vacío, a excepción de las distintas piezas colgadas, destinadas al Emancipador y de los cazas que se amontonaban en un pequeño montón. Los droides pululaban arreglando piezas, ajustando secciones del propio hangar o símplemente trayendo materiales. Las enormes puertas blindadas que daban a la quebrada estaban abiertas.
–Muy bien, muy bien –respondió admirado Erecnar–. El sitio es impresionante.
–Vaya, gracias. Perdona –se llevó el comunicador a la cara–. Muy bien Kat, recula, ya puedes meterlo. Está todo genial.
–He traído mis cosas –comentó, acercándose a la sala de seguridad–. He visto casilleros ahí.
–Sí, sí, luego os abro el Emancipador para que dejéis vuestros trastos en los camarotes.
No estaba haciendo mucho caso. La popa de la pelta asomaba ya con cuidado, llenando la entrada y oscureciendo el hangar, mientras flotaba con un sonido ululante que comenzaba a llenar el lugar.
–¡No, no lo vamos a colgar de nuevo! –gritaba para hacerse oír por encima del estrépito–. ¡Sigue, sigue! ¡Vale! ¡Conecta el aterrizaje, que ya está!
Con un grave siseo se abrieron las patas de aterrizaje, que gruñeron cuándo los repulsores cesaron su trabajo y descargaron el peso. Una larga rampa extensible de acceso se desplegó perezosa desde la popa, entre las dos patas traseras.
–Kat, haz el favor y abre también la bahía del hangar y los ascensores de carga –se giró hacia el resto del hangar y dijo con una potente voz–. ¡Muy bien! ¡Todos arriba! ¡Tenéis las localizaciones señaladas, así que vuestros camarotes no tienen pérdida! ¡Cada cuál que vaya al que le corresponda y recordad que el que primero llega, elige litera!



El interior de la nave era curioso. La bodega era enormemente amplia, separada del hangar y taller por un delgado mamparo blindado, que en caso de necesidad se podía recoger, pero que mientras se mantenía desplegado convertía el lugar en un recinto estanco, pero el resto de pasillos se habían recolocado para dejar espacio a los nuevos sistemas. Apenas habían ya camarotes y la mayoría de estos eran cómo mínimo, cuádruples, excepto el del capitán y la piloto, que era doble, con un pequeño mamparo que los separaba y se encontraba al nivel del puente, en la torre de mando. El resto estaban en la base, aunque la enfermería disponía de un cuarto de descanso para el oficial, que lo convertía en el área de descanso con más privacidad de la nave. Los pasillos estaban perfectamente señalizados con direcciones e instrucciones para la evacuación, pues a Ilvael le gustaba mantener a su tripulación viva. Y aunque había pensado en la posibilidad de contratar razas muy dispares y haber estandarizado todo lo posible el Emancipador, Erecnar entraba muy justo en el pasillo, cosa que no le acababa de gustar. Pero estimulado por la advertencia del capitán acerca de los catres, se movía con rapidez, zigzagueando por el intrincado sistema de pasillos. Finalmente, localizó un camarote en el que venía indicado su nombre. Dentro, habían dos literas que en su parte superior habían unido mediante barrotes soldados. Encima, un colchón hecho a partir de los dos originales serviría de cama para el enorme chandersi. No parecía cómodo.







¡Muy buenas! Mucho tiempo ha desde la última actualización de "Libertad". Han ocurrido cosas, cómo que ahora soy oficialmente "Il Padrino" y que sigo esperando (ejem) el especial por la entrada 200. Así que oficialmente esta es la 200. El especial ya llegará cuando. Es jodidamente escasa, pero es lo que hay de momento. Haré caso al pueblo y los martes (¡nadie dijo qué martes, muajajaja!) el segundo espacio fijo irá destinado a "La Senda del Interrogador" después de tanto tiempo (hace poco la idea cumplió un año, pero no tengo tanta cara para celebrar algo que lleva más de 6 meses parado). Así que nada más de momento. ¡Un saludo a todos muchachada!


Por otra parte, recordad que el Emancipador aún busca tripulación, así que si queréis animaros sólo tenéis que
Clickar aquí y postear vuestra idea.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

¿Libertad de qué?

Son las 14:20 y ya me da asco éste día. Se pueden ir todos a tomar por el culo (quien deba, por supuesto, no entendáis que el pueden va por vosotros).
No me voy a poner crítico, u objetivo o lo que mierdas suela hacer en éstos casos. Sólo decir que éste país me da cada vez más asco en todas sus formas y cada vez tengo más ganas de largarme de aquí. Sólo siento orgullo patrio pensando en tiempos pasados y cada vez me canso más de sentirme asqueado por este país de hipócritas y de hijos de puta.

martes, 13 de noviembre de 2012

Opinión de Gogenakis sobre la Importancia de la Lengua II, la Orkografía contraataca.

Viene bastante tarde, pero no le falta razón y quería compartirlo con vosotros. Así que hago una entrada con su comentario, me sumo otro tanto y post y su opinión la leéis, porque el post original ya no creo que lo volváis a leer.




Gogenakis escribió:
 
estaba leyendo el post y los comentarios, y pense k era un buen momento para relajarme y escribir de la forma en la k suelo escribir siempre por pura y llana vagancia. Pero dado k la situacion no es la propicia, mejor me comporto y me ciño a las normas de ortografía

Viendo que existen dos facciones en los comentarios creo que voy a adoptar una posición de centro-derecha (¿?). Entiendo el trasfondo de lo que lorezaharra explica, pero es una verdad a medias, lo que necesariamente no tiene por qué convertirse en una mentira.

Entiendo que pueden existir personas muy cultas más sosas que una infusión de piedras, que se dedique a guionizar comics o películas sin el menor tipo de gusto ni talento (el cine español es el hogar de todos ellos), pero que sin embargo tengan un manejo de la lengua dignas de un premio Cervantes. El problema es que el talento y la imaginación no es una franquicia de los analfaburros ni de los salmones a contracorriente, también hay gente que aún le tiene respeto al castellano y que tiene en su cabeza muchas historias que contar y arte para plasmarlas. Claro está, depende de quién sea tu público, puedes escribir como te salga del sobaco. Con tus amigos eskribiras de la forma mas kolokial k kieras, el problema viene cuando lo haces de cara a un público más generalizado. Para cada situación existen unas formas.

Por ejemplo, todos tenemos total libertad para ir vestidos como queramos, buena prueba de eso son los góticos, sin embargo dudo que a tus fúturos suegros les haga gracia que te presentes en su casa ataviado con el tanga de Borat. Puedes proclamar a los cuatro vientos tu libertad de expresión y tu derecho a vestirte con lo que quieras, pero lo siento Romeo, te quedaste sin tu Julieta por no entender el contexto. Por tanto, dos escritores con talento, uno que no le prende fuego a todos los sillones de la RAE y otro que sí, el que no tiene problemas de piromanía es el que se lleva el gato al agua.

Aparte de eso, hay un trozo que me ha hecho gracia, y es lo de la universidad de la vida. Eso en mi pueblo se llama demagogia, además de la manoseada. La gente tiene un concepto extraño de lo que significa aprender de la calle, es como si eso te convirtiera por definición en alguien descarado, antisistema y demagógico. Cuando en realidad debería hacerte más abierto de mente, respetuoso y sobre todo consecuente. No, ir al teatro o al cine no te da derecho a desvirtuar el precioso tesoro que es el castellano, porque si respetarlo es de fascistas, entonces el teatro y el cine esta lleno de ellos, y desde luego yo no quiero asistir a una universidad en la no me enseñen las herramientas para defenderme en el mundo, esté en la kalle, en la calle, o en Narnia.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Libertad 7. Dulce emancipación.

Las explicaciones están al final del post, después de la lectura.



El día despuntó radiante sobre Coronet. Ilvael andaba de muy buen humor, gracias a las visitas que realizó el día anterior y en parte porque el androide que se encargaba de supervisar los avances le acababa de notificar que habían conseguido sacarle el ridículo nucleosoplante original y que en menos de una semana podrían montar los nuevos. Aquello le hizo reír, pues la nueva planta propulsora era exagerada e innecesariamente potente; le encantaba. Sin embargo hoy quería aprovechar y probar el nuevo sistema repulsor, instalado la semana pasada que a falta de un piloto profesional no había podido probar. Y no iba a dejarle a Nomaie la responsabilidad de pilotarlo mientras él revisaba desde fuera los datos del sistema de diagnóstico. Principalmente, le interesaba que el crucero fuera capaz de soportar la enorme presión a la que el repulsor lo sometería.

Jeriaebrek se había unido a ellos porque no tenía nada mejor que hacer. Y porque tenía una curiosidad morbosa por ver si tendrían que salir corriendo de la zona de pruebas de Ilvael. Otra vez. La última le había dicho varias veces “te lo dije” y no se perdería el pequeño placer que suponía recordarle a su amigo, entre explosiones de combustible y carreras, que la había cagado. De nuevo.

–Joder Jeria, no tienes medida –le reprochó Ilvael, picado–. Nada explotará. Espero.
Y la esperanza del artesano se fundamentaba realmente en dos cosas; que ahora le había puesto muchísima más atención que otros proyectos y que las piezas eran de primera, compradas, robadas o conseguidas con bajos recursos. Pero no fallarían.
El autorepulsor los llevó hasta las ruinas del pueblo abandonado, dónde Ilvael trabajaba ya en el caza de Nomaie, que había sacado de un basurero. Cómo la mayoría de astronaves que había fabricado, se movía mejor con un diseño ya hecho. Él llegaba, lo ponía a punto, lo desmontaba, eliminaba lo que no interesaba y lo convertía en un monstruo. Esta vez, se trataba de un modelo de TransGalMeg, uno de los ágiles Kihraxz que tan buena opinión daban. Por una vez lo había adquirido legalmente, pero su equipamiento era increíblemente ilegal el gran parte de la galaxia e incluso en muchas zonas del Espacio Hutt.

Sus nuevos empleados llegaron a la hora que había convenido con ellos. Zetha estaba revisando el entramado eléctrico para asegurarse de que no habían zonas corroídas y Erecnar se afanaba a preparar su bláster de hombro tradicional entre los de su raza. Kat y Cicak sin embargo aguardaban fuera, pues Ilvael había salido para echarle un buen vistazo al caza de éste último.

–Está en general en buenas condiciones –dijo, mientras abría la puerta de acceso al turbocompresor de los nucleosoplantes–. Algo de óxido en las juntas, pero nada serio. Perdona un momento.
Miró a un punto en el horizonte. Antes de que Cicak pudiera responder a lo del caza, alzó un dedo y se llevó el comunicador a la boca.
–Nomi, te he dicho que no te alejes tanto –comentó, con un tono de enfado–. Ya sabes que puede aparecer una patrulla del CorSec.
–Agh, ya voy papá.
A lo lejos, el punto dio un bandazo y comenzó a agrandarse a gran velocidad. Poco a poco, descendía, hasta estar muy cerca de la superficie.
–Creo que está bajando demasiado –dijo Kat, sorprendida por saber quién pilotaba–. Demasiado rápido también.
–Nomaie, no juegues.
El punto era ya perfectamente visible. El gran sol corelliano enviaba reflejos a su superficie de metal pulido. Ningún sonido les llegaba.
–Nomaie, levanta el morro. Te vas a dar contra el borde de la quebrada.
No pudo seguir. Estaban a varios cientos de metros del borde y ya lo había rebasado a una velocidad más que elevada. Frenó de golpe, usando los poderosos repulsores montados y calibrados por ella misma. Sintió cómo el cerebro quería salir por sus ojos y casi no controló el caza cuando el estampido la alcanzó.
A Ka Ta-En y a Cicak no les dio tiempo a decir nada. El estruendo los dejó sordos un instante. Levantaron la vista aturdidos mientras el Kihraxz se movía con precisión tras reponerse del susto y aterrizaba justo al lado del Bel-22 del lagarto.
–Nomaie, no bajes, que has de entrar por la puerta del hangar –le hizo un gesto a Cicak–. Síguela y que te muestre por dónde entrar.
El piloto hizo caso sin decir una palabra e inmediatamente ambos se elevaron el en aire.
–Bueno, perdona el espectáculo Kat –se disculpó el artesano–. Es tan impulsiva cómo su... Da igual, bajemos. Necesito de tí.
–¿Qué ocurre?
–Que llevamos buen ritmo y me entran ganas de probar los repulsores de la pelta –le comentó Ilvael, sonriendo–. Así que vamos a que hagas la primera toma de contacto.
–¿¡Una pelta!? –exclamó la cereana, sorprendida–. Pensé que era un transporte grande, pero no una fragata.
–Tranquila, ya no tiene designación de fragata –dijo, para calmarla–. Ahora es un...crucero. Armado.
–¿Qué planeas asaltar?
–No, un crucero de batalla no. El Emancipador está armado, pero no tan armado. Oficialmente.
–¿”Oficialmente”?
–Sí. Vamos, tampoco te lo puedo explicar todo antes de que lo veas.
Atravesaron la sala de seguridad que hacía ahora de entrada al enorme hangar, por cuya salida en la quebrada ahora entraban ambos cazas. La sala, tenía gruesos muros de un material compuesto, especialmente diseñado para su uso en zonas de pruebas y hangares de experimentación. Tenía espacio suficiente cómo para que treinta personas miraran los resultados en el exterior. Al ver la nave, Kat no pudo reprimir un silbido de admiración. No tenía instalado el nucleosoplante, que ahora colgaba de una grúa en el techo a bastantes metros de altura. A su lado, también colgado, estaba el Emancipador, que ya comenzaba a parecerse a una nave hecha y derecha, a pesar del trabajo que aún necesitaba. Lo habían raspado hasta dejar al aire el acabado metálico, para repintarlo. No tenía el motor original y los puntos de pivotaje de las alas estabilizadoras los habían tenido que extender hacia los lados y un poco hacia proa para permitir espacio a la nueva planta motora. El nuevo carenado suavizaba los ángulos de la nueva colocación, en previsión de posibles impactos. El puente tenía un aspecto mucho menos macizo, con las ventanas blindadas del puente extendidas hacia los lados y ensanchadas para mejorar la visibilidad, aunque ahora estaban reforzadas por anclajes reforzados.
Cerca de la portezuela del hangar, descansaban varias naves, entre ellas, el Falange, que pertenecía a Jeriaebrek y que ahora estaba terminando de reequipar.
–¿Bonita, verdad? –dijo Ilvael, orgulloso de su creación–. Vamos a abordarla, necesito que te hagas con los mandos antes de salir y comprobar si puedes dar una vuelta de prueba sin usar la propulsión principal.




Ya estamos de vuelta con otra entrega. Me ha costado un poco má de lo previsto y llego ya en viernes, pero espero que no me lo tengáis muy en cuenta. Me he despistado haciendo pruebas de guión y claro, pasa lo que pasa. Espero que os guste la nueva parte y que no se os haga muy lenta la espera para la siguiente. En dos tres días, por otra parte, espero terminar con Sniper Alley de una vez. Que ya toca.


Por otra parte, recordad que el Emancipador aún busca tripulación, así que si queréis animaros sólo tenéis que
Clickar aquí y postear vuestra idea.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Libertad 6. Dulce emancipación.

Las explicaciones están al final del post, después de la lectura.



La noche se les echaba poco a poco encima, así que resolvieron que no les pillara el anochecer en aquella zona, sobre todo sabiendo que no habían previsto quedarse tanto e iban desarmados, así que volvieron al piso de Ilvael, a cenar y a prepararse para mañana. Al entrar, encontraron a Nomaie charlando tranquilamente con dos personas. Los tres se giraron en cuánto entraron por la puerta y su hija se levantó para hacer las presentaciones. Cómo pudo observar, le había desobedecido al soltar al enorme can, que ahora dormía tranquilo en un rincón.
–Hola papá; –dijo, tratando de evitar el tema del enorme lobo–. Son Cicak y Ka Ta-En y han venido por el anuncio de reclutamiento.
–Perfecto, perfecto –la miró cómo diciendo “luego hablaremos” y trató de ser cordial–. Están en su casa, aunque no dudo de que Nomi ya les habrá puesto en parte al corriente.
–Encantado ssire –siseó el lagarto, alto y espigado. Las escamas verdes le cubrían aunque apenas se disimulaban con el mono de vuelo. y se recogía el oscuro cabello con una goma–. Leí ssu oferta en el periódico y no he podido evitar ssentir curiossidad.
–Creo que más o menos me pasa lo mismo a mí –dijo la cereana, de atlético cuerpo enfundado en un mono con bolsillos y trenza rojiza en la parte trasera del cráneo. En su rostro destacaba un tatuaje tribal que había hecho que Nomaie silbara admirada–. Aunque tengo bastantes ganas de comenzar con el trabajo. He traído cartas de recomendación.
–Bien, bien. Me parece bien –a Ilvael le abrumaba tanta presentación en tan poco tiempo–. ¿Quién ha llegado primero?
–Yo, ssire –respondió el lagarto–.
–Bien, Cicak, ven conmigo al despacho, intentaré ser breve para que no se os haga tarde.

Avanzaron ambos hasta el despacho de Ilvael, que lo llamaba así, aunque en realidad era una habitación con una pequeña biblioteca, una mesa de trabajo, varios aparatos que en algún momento deberían haber estado enganchados a una nave y que ahora tenían un aspecto bastante patético.

–Siéntate por favor –el artesano señaló una silla frente a la mesa, haciendo lo propio en su sillón–. Muy bien Cicak, díme por qué vienes.
–Vi ssu anuncio y decidí pressentarme –comentó pronunciando cuidadosamente para que le entendiera bien–. Aunque ssoy mercenario y ssoldado de fortuna, vengo para ofrecerme cómo piloto de caza.
–Muy bien, muy bien. ¿Dispones de caza propio?
–Ssí, por ssupuessto. Disspongo de un Belbullab 22 con ssuss cañoness originaless y lanzamissiless cazadoress.
–¡Oh! Veo que te has decidido por potenciar la intercepción –dijo, agradablemente sorprendido–. No me vienen mal los interceptores. ¿Hiperimpulsor?
–No, no tengo. Me desstruyeron el módulo unos piratass hapanoss –dijo, recordando amargamente el momento–. Essos basstardoss...
–Bueno, no te preocupes, el Emancipador dispone de hangares y tu caza no ocupará mucho en ellos –revisó en su datapad el inventario que había hecho hacía unos días–. Tengo igualmente piezas de sobra, a ver si podemos armarte un módulo de hiperimpulsor nuevo.
–¿Ssi podemos...? Ya da por ssentado que me esstá contratando –se sorprendió el lagarto–.
–Sí, sí. Bueno, no sé si te interesará, pero el sueldo para los escoltas lo he establecido en sesenta mil créditos anuales, más pluses de tres mil por derribo. Son catorce pagas,mensuales y dos extras. El mantenimiento, la comida, la sanidad y la juerga corren de mi cuenta.
Cicak no respondió. Tenía la boca y los ojos muy abiertos, por la sorpresa.
–También he considerado que no tenéis vacaciones al uso, ya que nos vamos a estar moviendo de un lado a otro. Evidentemente, os las pagaré con algún pequeño extra, pero eso ya viene todo en el contrato...
–¡Sesenta mil! –exclamó Cicak, reaccionando por fin–. ¡Ess mucho máss del doble de lo que me han pagado jamáss! ¡Y tenía que pagarme lass reparacioness yo missmo!
Ilvael levantó la cabeza de su pantalla y escrutó el rostro de su futuro empleado.
–Pues el mínimo que establece el convenio mercenario es de treinta y dos mil pagando la mitad de los gastos.
–¿Cómo?
–En serio, que seáis mercenarios y lo de la vida solitaria en las estrellas y todo eso no significa que no hayan convenios.
–No ssabía...
–A ellos no les interesaba que supieras. En fin, te imprimo una copia del contrato y te lo llevas a casa y ya decides con calma.
–¿Cuándo ssaldríamoss?
–Espero que antes de dos semanas. Al Emancipador tan sólo le falta terminar la mano de pintura, ajustes menores, montarle los nucleosoplantes y la comprobación antes del despegue.
–Tendré la nave a punto.
–¡Vaya, sí que te ha costado poco aceptar!
–Ssí, la verdad –admitió–. Pero ssigo ssin entender el porqué.
–¿De qué?
–Por qué da tan buenass condicioness –dijo, sin salir todavía del asombro en el que llevaba desde hacía un minuto–. Podría haber obviado temass, haber essperado a que yo hablara y desscubriera mi ignorancia resspecto a essto.
–Dime, Cicak. ¿Qué sientes ahora hacia tus antiguos patrones?
–¿Eh? –se lo pensó un momento antes de continuar–. Supongo que esstoy enfadado.
–Y los odias.
–Ssí, también.
–Bien, dos cosas –alzó un dedo de la mano y luego el otro–. No me gustaría que te enteraras a mitad camino de que te estafo y además sabré que echarás toda la carne en el asador. ¿Entendido?
–Crisstalino, ssire –dijo Cicak, sonriendo sin poder evitar mostrar los dientes–. Creo que me iré ya. Ya tiene firmado el contrato, por cierto.
Se levantó y le estrechó la mano a Ilvael.
–Haz que entre por favor Ka Ta-En. Gracias por venir. ¡Ah, por cierto! –se esperó hasta que el lagarto se giró, interrogante–. Soy Ilvael, no hace falta que me tutees. Ven mañana a las coordenadas que te he apuntado en tu copia a las nueve y media de la mañana. Y tráete el Bel, que le echaremos un vistazo.
Salió Cicak con una inconfundible sonrisa en el hocico. Indicó a la cereana que podía pasar y tras despedirse escuetamente, se fue a prepararse.

–Adelante, adelante –le señaló con la mano el asiento–. Por favor... Dame un momento.

Ka Ta-En se sentó con las cartas de recomendación en las manos, algo nerviosa. Cicak había demostrado ser muy poco hablador antes y había salido cómo si hubiera consumido especia pura. No es que hubiera articulado muchas más palabra, pero no había sonreído antes. Y después parecía un colegial.
–Bien, dime –Ilvael cruzó las manos encima de la mesa y aguardó –.
–Eh, bien. Estaba interesada en el puesto de piloto –dijo, entregándole las cartas–. Antiguos contratadores me las han redactado, pues quedaron contentos con mis servicios.
–Vale, deja que las lea.
–Sí, sí, por supuesto.
Pasaron dos minutos. Dos minutos que habrían sido tranquilos si no fuera porque en tres de esas cartas se paraba, releía y volvía a leer, pero esta vez con una sonrisa en la boca.
–Muy bien, muy bien. Sólo dicen cosas buenas de tí, pero dime –dijo, señalando la primera, que no había releído–; ¿el señor Caramure te despidió porque se enteró de tus anteriores trabajos, verdad?
–¿Perdón? –se estaba temiendo lo peor, casi convencida de que lo sabía–.
–Sí claro. Caramure y yo nos conocemos desde hace unos años y sé bien que no le gusta tener tratos con contrabandistas –señaló las otras tres cartas–. O antiguos contrabandistas.
Ka Ta-En miraba al artesano fijamente, arrepentida de haberse presentado. Podría haber buscado trabajo por el Barrio Azul, dónde encontraría fácilmente una nave con un cargamento ilegal que transportar, pero no, tenía que seguir por el camino legal, quería salir de aquella vida...
–En todo caso, ¿qué tal le va a Maiko? –dijo Ilvael, sonriendo–. ¿Y a Morris? Espero que a Kleite’ni le vaya todo estupendamente, ella y yo fuimos muy... amigos hace años.
La cereana no se enteraba de nada.
–¿Perdón?
–Muy bien, veamos. Primat transportes es la tapadera de Maiko Prenti, que fue un antiguo contratador mío –hizo un gesto para quitarle hierro al asunto, divertido ante la coincidencia–. Logística Canderu es la de Morris, Morris Quent, uno de los mayores mayoristas de lo ilegal de la galaxia y curiosamente, trabajé contra él, pero nos llevamos bien. Y por último, Envíos Jácoron es la empresa fantasma de Kleite’ni Nomarine, con la que pasé muy buenos ratos.
–Euh...
–Bien, tengo claro que Caramure en cuánto se enteró no quiso mantenerte en la plantilla. Está obsesionado con lo que dice la galaxia de los corellianos y quiere quitarse la mala fama como sea, aunque conmigo todavía se habla, claro. Pero dime, ¿y el resto?
–Eh... Ah, claro –aquello le acercó un poco más a lo que había ido–. Pues fueron todo finalizaciones de contrato. Por así decirlo.
–Vale, símplemente acabaste el trabajo –sonrió–. Aunque quedaron muy contentos. Los criminales no escriben cartas de recomendación, pero supongo que quedaron lo suficientemente impresionados cómo para hacerte el favor.. Y no son de los que sienten celos si un empleado quiere seguir la línea legal.
–Es cierto. Me dieron muchas facilidades –supo que no iba a delatarla y se relajó–. Aunque al señor Caramure no le hizo gracia enterarse.
–No, no. Es normal. Como te he dicho, su idea de negocios es limpia y no quiere relacionarla con delincuente o ex-delincuentes.
–¿Ha trabajado para él?
–No, nos conocemos a través de un amigo común –se sentó en el sillón y buscó entre los contratos–. Nos apreciamos, pero no trabajamos juntos.
–Oh.
–Ya lo he dicho; no trabaja con antiguos delincuentes –sonrió, franco–. Yo hace mucho tiempo que ya no me dedico a ello, claro está, pero sigo conociendo a las viejas glorias del mundillo.
–¿En ese caso?
–En ese caso, puedes respirar tranquila –amplió más la sonrisa–; no te voy a denunciar. Por otra parte, estoy impresionado. O sea, Caramure es un trozo de pan, pero los otros tres... Puedes ser una empleada legal, dedicada sólo a trabajos legales. Pero me he dedicado durante mucho tiempo a la profesión y tengo buen ojo. Has llevado portes más allá de la ley y éstos tres te han recomendado nada más y nada menos que por escrito. Están muy contentos.
–Así me lo comunicaron a mí –se tranquilizó, visiblemente–. Trabajé llevando encargos para los tres, pues parece que estén asociados últimamente. Y los tres quedaron muy satisfechos con mi trabajo.
–En ese caso, quiero que te incorpores, por supuesto –repitió el proceso del contrato, entregándoselo–. Serán setenta mil créditos anuales, más un uno por ciento del beneficio obtenido. Catorce pagas, cómo se acostumbra ahora y la posibilidad de renegociar a un 2 por ciento por buen rendimiento en seis meses.
–Veo que los gastos médicos y demás consideraciones están incluídas –dijo ella, con ojo crítico–. ¿Qué es lo de las juergas?
–Que las pago yo.
–¿De veras?
–Evidentemente, las organizo a mí manera.
Ka Ta-En revisó punto por punto el contrato. Considerando las habituales ofertas imperiales, que eran casi todas, las condiciones estaban muy bien. El Imperio pagaba realmente mal a los no humanos. Y las aseguradoras no solían cubrirlos.
–También evidentemente, si no quieres responder todavía, maña...
–Sí, creo que sí que quiero –quería ver la nave lo antes posible, para amoldarse a ella–. Lo puedo firmar ya. Y puedo comenzar cuando quiera.
–¡Espléndido, espléndido! En ese caso mañana puedes venir a las coordenadas de aquí a las nueve y media. Si no tienes transporte, saldremos de aquí a las nueve en aquella dirección y hay sitio de sobra.
–Yo, eh. Sí, acudiré directamente. Antes he de terminar dos gestiones.
–Sin problema, mañana nos veremos, Ka Ta-En –dijo Ilvael, frunciendo el ceño por lo atropellado de las sílabas–. Y me puedes tutear. No es un navío de guerra, sino un simple transporte dónde espero seamos una pequeña familia.
–En ese caso, Ilvael, me puedes llamar Kat. Es más corto y fácil de decir para los no acostumbrados.
–Muy bien, Kat, hasta mañana. Buenas noches.

Después de la despedida y de que la nueva piloto del Emancipador cerrara la puerta detrás suyo, Ilvael salió del despacho. Estaba muy satisfecho. Ya tenía a los indispensables para echarse a volar y un par de encargos interesantes y muy lucrativos. Si todo seguía así, podría partir incluso antes del plazo previsto.




¡Hola muchachada! Siento el soberano retraso, pero he estado malito. Esta es la primera mitad de la introducción de Cicak y Ka Ta-En, personajes de darkchakal y Corto respectivamente. He tenido que mezclarlos porque a pesar del relativo "poco éxito" de la llamada del Emancipador, siguen siendo muchos personajes, que merecen su presentación, aunque en la siguiente entrega estos dos tendran algo más de protagonismo, para compensar.
Y ahora me voy a la camita, que tengo unas ganas de catre que no son normales. Buenas noches.


Por otra parte, recordad que el Emancipador aún busca tripulación, así que si queréis animaros sólo tenéis que
Clickar aquí y postear vuestra idea.