viernes, 26 de febrero de 2016

Humo Navideño

-¿Te has enterado? -dijo, mientras terminaba de tejer su decimonovena bufanda-. ¿Lo de los niños y el Hombre del Saco?
-¿Qué ha hecho esta vez? -el tono de hastío era palpable, pero el primero lo obvió-. Y cuidado, que esta manta es algo larga
-Según cuentan, se está dedicando sistemáticamente a devorar niños menores de seis años vivos -comentó, en voz algo más alta para hacerse oír por encima del monótono ruido de los telares-. Es increíble hasta qué punto está dispuesto a llegar por traernos la ruina.
El de la manta suspiró. Echó un vistazo a su alrededor y pensó en que si el Hombre del Saco quería traer más ruina, debía esforzarse más, porque aquél sitio era lamentablemente ruinoso.
-Ya. Qué malo el Hombre del Saco, ¿eh?.
-Y que lo digas.
-Pero... Hay algo que no me acaba de cuadrar; ¿el Hombre del Saco no era más de secuestrar para matar a machetazos?
-No...
-Sí, claro que sí. Es lo que me dijiste la semana pasada. Y la anterior hacía descarrilar trenes -sonrió, intentando sacar la maldita manta del defectuoso telar-. Pero es gracioso, porque al Hombre del Saco hace tiempo que no se le ve hacer nada. Tanto, que hay quién dice que nunca fue tan malvado como cuentan. O que no lo fue en absoluto
-¿Quieres que se te lleven? Así es como consigues que se te lleven.
-Sin embargo, a Papá Noel lo han imputado por comer niños. Y secuestrarlos. Y machetearlos. Y hacer descarrilar trenes. Y aquí estás, trabajando para él, feliz de poder malvivir bajo su ala, temiendo que se me puedan llevar por expresar mis opiniones.
-Ah, bueno. Es que si lo hace Papá Noel, está bien.
-Luego te ofende que te tome por idiota.