viernes, 9 de noviembre de 2012

Libertad 7. Dulce emancipación.

Las explicaciones están al final del post, después de la lectura.



El día despuntó radiante sobre Coronet. Ilvael andaba de muy buen humor, gracias a las visitas que realizó el día anterior y en parte porque el androide que se encargaba de supervisar los avances le acababa de notificar que habían conseguido sacarle el ridículo nucleosoplante original y que en menos de una semana podrían montar los nuevos. Aquello le hizo reír, pues la nueva planta propulsora era exagerada e innecesariamente potente; le encantaba. Sin embargo hoy quería aprovechar y probar el nuevo sistema repulsor, instalado la semana pasada que a falta de un piloto profesional no había podido probar. Y no iba a dejarle a Nomaie la responsabilidad de pilotarlo mientras él revisaba desde fuera los datos del sistema de diagnóstico. Principalmente, le interesaba que el crucero fuera capaz de soportar la enorme presión a la que el repulsor lo sometería.

Jeriaebrek se había unido a ellos porque no tenía nada mejor que hacer. Y porque tenía una curiosidad morbosa por ver si tendrían que salir corriendo de la zona de pruebas de Ilvael. Otra vez. La última le había dicho varias veces “te lo dije” y no se perdería el pequeño placer que suponía recordarle a su amigo, entre explosiones de combustible y carreras, que la había cagado. De nuevo.

–Joder Jeria, no tienes medida –le reprochó Ilvael, picado–. Nada explotará. Espero.
Y la esperanza del artesano se fundamentaba realmente en dos cosas; que ahora le había puesto muchísima más atención que otros proyectos y que las piezas eran de primera, compradas, robadas o conseguidas con bajos recursos. Pero no fallarían.
El autorepulsor los llevó hasta las ruinas del pueblo abandonado, dónde Ilvael trabajaba ya en el caza de Nomaie, que había sacado de un basurero. Cómo la mayoría de astronaves que había fabricado, se movía mejor con un diseño ya hecho. Él llegaba, lo ponía a punto, lo desmontaba, eliminaba lo que no interesaba y lo convertía en un monstruo. Esta vez, se trataba de un modelo de TransGalMeg, uno de los ágiles Kihraxz que tan buena opinión daban. Por una vez lo había adquirido legalmente, pero su equipamiento era increíblemente ilegal el gran parte de la galaxia e incluso en muchas zonas del Espacio Hutt.

Sus nuevos empleados llegaron a la hora que había convenido con ellos. Zetha estaba revisando el entramado eléctrico para asegurarse de que no habían zonas corroídas y Erecnar se afanaba a preparar su bláster de hombro tradicional entre los de su raza. Kat y Cicak sin embargo aguardaban fuera, pues Ilvael había salido para echarle un buen vistazo al caza de éste último.

–Está en general en buenas condiciones –dijo, mientras abría la puerta de acceso al turbocompresor de los nucleosoplantes–. Algo de óxido en las juntas, pero nada serio. Perdona un momento.
Miró a un punto en el horizonte. Antes de que Cicak pudiera responder a lo del caza, alzó un dedo y se llevó el comunicador a la boca.
–Nomi, te he dicho que no te alejes tanto –comentó, con un tono de enfado–. Ya sabes que puede aparecer una patrulla del CorSec.
–Agh, ya voy papá.
A lo lejos, el punto dio un bandazo y comenzó a agrandarse a gran velocidad. Poco a poco, descendía, hasta estar muy cerca de la superficie.
–Creo que está bajando demasiado –dijo Kat, sorprendida por saber quién pilotaba–. Demasiado rápido también.
–Nomaie, no juegues.
El punto era ya perfectamente visible. El gran sol corelliano enviaba reflejos a su superficie de metal pulido. Ningún sonido les llegaba.
–Nomaie, levanta el morro. Te vas a dar contra el borde de la quebrada.
No pudo seguir. Estaban a varios cientos de metros del borde y ya lo había rebasado a una velocidad más que elevada. Frenó de golpe, usando los poderosos repulsores montados y calibrados por ella misma. Sintió cómo el cerebro quería salir por sus ojos y casi no controló el caza cuando el estampido la alcanzó.
A Ka Ta-En y a Cicak no les dio tiempo a decir nada. El estruendo los dejó sordos un instante. Levantaron la vista aturdidos mientras el Kihraxz se movía con precisión tras reponerse del susto y aterrizaba justo al lado del Bel-22 del lagarto.
–Nomaie, no bajes, que has de entrar por la puerta del hangar –le hizo un gesto a Cicak–. Síguela y que te muestre por dónde entrar.
El piloto hizo caso sin decir una palabra e inmediatamente ambos se elevaron el en aire.
–Bueno, perdona el espectáculo Kat –se disculpó el artesano–. Es tan impulsiva cómo su... Da igual, bajemos. Necesito de tí.
–¿Qué ocurre?
–Que llevamos buen ritmo y me entran ganas de probar los repulsores de la pelta –le comentó Ilvael, sonriendo–. Así que vamos a que hagas la primera toma de contacto.
–¿¡Una pelta!? –exclamó la cereana, sorprendida–. Pensé que era un transporte grande, pero no una fragata.
–Tranquila, ya no tiene designación de fragata –dijo, para calmarla–. Ahora es un...crucero. Armado.
–¿Qué planeas asaltar?
–No, un crucero de batalla no. El Emancipador está armado, pero no tan armado. Oficialmente.
–¿”Oficialmente”?
–Sí. Vamos, tampoco te lo puedo explicar todo antes de que lo veas.
Atravesaron la sala de seguridad que hacía ahora de entrada al enorme hangar, por cuya salida en la quebrada ahora entraban ambos cazas. La sala, tenía gruesos muros de un material compuesto, especialmente diseñado para su uso en zonas de pruebas y hangares de experimentación. Tenía espacio suficiente cómo para que treinta personas miraran los resultados en el exterior. Al ver la nave, Kat no pudo reprimir un silbido de admiración. No tenía instalado el nucleosoplante, que ahora colgaba de una grúa en el techo a bastantes metros de altura. A su lado, también colgado, estaba el Emancipador, que ya comenzaba a parecerse a una nave hecha y derecha, a pesar del trabajo que aún necesitaba. Lo habían raspado hasta dejar al aire el acabado metálico, para repintarlo. No tenía el motor original y los puntos de pivotaje de las alas estabilizadoras los habían tenido que extender hacia los lados y un poco hacia proa para permitir espacio a la nueva planta motora. El nuevo carenado suavizaba los ángulos de la nueva colocación, en previsión de posibles impactos. El puente tenía un aspecto mucho menos macizo, con las ventanas blindadas del puente extendidas hacia los lados y ensanchadas para mejorar la visibilidad, aunque ahora estaban reforzadas por anclajes reforzados.
Cerca de la portezuela del hangar, descansaban varias naves, entre ellas, el Falange, que pertenecía a Jeriaebrek y que ahora estaba terminando de reequipar.
–¿Bonita, verdad? –dijo Ilvael, orgulloso de su creación–. Vamos a abordarla, necesito que te hagas con los mandos antes de salir y comprobar si puedes dar una vuelta de prueba sin usar la propulsión principal.




Ya estamos de vuelta con otra entrega. Me ha costado un poco má de lo previsto y llego ya en viernes, pero espero que no me lo tengáis muy en cuenta. Me he despistado haciendo pruebas de guión y claro, pasa lo que pasa. Espero que os guste la nueva parte y que no se os haga muy lenta la espera para la siguiente. En dos tres días, por otra parte, espero terminar con Sniper Alley de una vez. Que ya toca.


Por otra parte, recordad que el Emancipador aún busca tripulación, así que si queréis animaros sólo tenéis que
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