sábado, 3 de noviembre de 2012

Libertad 6. Dulce emancipación.

Las explicaciones están al final del post, después de la lectura.



La noche se les echaba poco a poco encima, así que resolvieron que no les pillara el anochecer en aquella zona, sobre todo sabiendo que no habían previsto quedarse tanto e iban desarmados, así que volvieron al piso de Ilvael, a cenar y a prepararse para mañana. Al entrar, encontraron a Nomaie charlando tranquilamente con dos personas. Los tres se giraron en cuánto entraron por la puerta y su hija se levantó para hacer las presentaciones. Cómo pudo observar, le había desobedecido al soltar al enorme can, que ahora dormía tranquilo en un rincón.
–Hola papá; –dijo, tratando de evitar el tema del enorme lobo–. Son Cicak y Ka Ta-En y han venido por el anuncio de reclutamiento.
–Perfecto, perfecto –la miró cómo diciendo “luego hablaremos” y trató de ser cordial–. Están en su casa, aunque no dudo de que Nomi ya les habrá puesto en parte al corriente.
–Encantado ssire –siseó el lagarto, alto y espigado. Las escamas verdes le cubrían aunque apenas se disimulaban con el mono de vuelo. y se recogía el oscuro cabello con una goma–. Leí ssu oferta en el periódico y no he podido evitar ssentir curiossidad.
–Creo que más o menos me pasa lo mismo a mí –dijo la cereana, de atlético cuerpo enfundado en un mono con bolsillos y trenza rojiza en la parte trasera del cráneo. En su rostro destacaba un tatuaje tribal que había hecho que Nomaie silbara admirada–. Aunque tengo bastantes ganas de comenzar con el trabajo. He traído cartas de recomendación.
–Bien, bien. Me parece bien –a Ilvael le abrumaba tanta presentación en tan poco tiempo–. ¿Quién ha llegado primero?
–Yo, ssire –respondió el lagarto–.
–Bien, Cicak, ven conmigo al despacho, intentaré ser breve para que no se os haga tarde.

Avanzaron ambos hasta el despacho de Ilvael, que lo llamaba así, aunque en realidad era una habitación con una pequeña biblioteca, una mesa de trabajo, varios aparatos que en algún momento deberían haber estado enganchados a una nave y que ahora tenían un aspecto bastante patético.

–Siéntate por favor –el artesano señaló una silla frente a la mesa, haciendo lo propio en su sillón–. Muy bien Cicak, díme por qué vienes.
–Vi ssu anuncio y decidí pressentarme –comentó pronunciando cuidadosamente para que le entendiera bien–. Aunque ssoy mercenario y ssoldado de fortuna, vengo para ofrecerme cómo piloto de caza.
–Muy bien, muy bien. ¿Dispones de caza propio?
–Ssí, por ssupuessto. Disspongo de un Belbullab 22 con ssuss cañoness originaless y lanzamissiless cazadoress.
–¡Oh! Veo que te has decidido por potenciar la intercepción –dijo, agradablemente sorprendido–. No me vienen mal los interceptores. ¿Hiperimpulsor?
–No, no tengo. Me desstruyeron el módulo unos piratass hapanoss –dijo, recordando amargamente el momento–. Essos basstardoss...
–Bueno, no te preocupes, el Emancipador dispone de hangares y tu caza no ocupará mucho en ellos –revisó en su datapad el inventario que había hecho hacía unos días–. Tengo igualmente piezas de sobra, a ver si podemos armarte un módulo de hiperimpulsor nuevo.
–¿Ssi podemos...? Ya da por ssentado que me esstá contratando –se sorprendió el lagarto–.
–Sí, sí. Bueno, no sé si te interesará, pero el sueldo para los escoltas lo he establecido en sesenta mil créditos anuales, más pluses de tres mil por derribo. Son catorce pagas,mensuales y dos extras. El mantenimiento, la comida, la sanidad y la juerga corren de mi cuenta.
Cicak no respondió. Tenía la boca y los ojos muy abiertos, por la sorpresa.
–También he considerado que no tenéis vacaciones al uso, ya que nos vamos a estar moviendo de un lado a otro. Evidentemente, os las pagaré con algún pequeño extra, pero eso ya viene todo en el contrato...
–¡Sesenta mil! –exclamó Cicak, reaccionando por fin–. ¡Ess mucho máss del doble de lo que me han pagado jamáss! ¡Y tenía que pagarme lass reparacioness yo missmo!
Ilvael levantó la cabeza de su pantalla y escrutó el rostro de su futuro empleado.
–Pues el mínimo que establece el convenio mercenario es de treinta y dos mil pagando la mitad de los gastos.
–¿Cómo?
–En serio, que seáis mercenarios y lo de la vida solitaria en las estrellas y todo eso no significa que no hayan convenios.
–No ssabía...
–A ellos no les interesaba que supieras. En fin, te imprimo una copia del contrato y te lo llevas a casa y ya decides con calma.
–¿Cuándo ssaldríamoss?
–Espero que antes de dos semanas. Al Emancipador tan sólo le falta terminar la mano de pintura, ajustes menores, montarle los nucleosoplantes y la comprobación antes del despegue.
–Tendré la nave a punto.
–¡Vaya, sí que te ha costado poco aceptar!
–Ssí, la verdad –admitió–. Pero ssigo ssin entender el porqué.
–¿De qué?
–Por qué da tan buenass condicioness –dijo, sin salir todavía del asombro en el que llevaba desde hacía un minuto–. Podría haber obviado temass, haber essperado a que yo hablara y desscubriera mi ignorancia resspecto a essto.
–Dime, Cicak. ¿Qué sientes ahora hacia tus antiguos patrones?
–¿Eh? –se lo pensó un momento antes de continuar–. Supongo que esstoy enfadado.
–Y los odias.
–Ssí, también.
–Bien, dos cosas –alzó un dedo de la mano y luego el otro–. No me gustaría que te enteraras a mitad camino de que te estafo y además sabré que echarás toda la carne en el asador. ¿Entendido?
–Crisstalino, ssire –dijo Cicak, sonriendo sin poder evitar mostrar los dientes–. Creo que me iré ya. Ya tiene firmado el contrato, por cierto.
Se levantó y le estrechó la mano a Ilvael.
–Haz que entre por favor Ka Ta-En. Gracias por venir. ¡Ah, por cierto! –se esperó hasta que el lagarto se giró, interrogante–. Soy Ilvael, no hace falta que me tutees. Ven mañana a las coordenadas que te he apuntado en tu copia a las nueve y media de la mañana. Y tráete el Bel, que le echaremos un vistazo.
Salió Cicak con una inconfundible sonrisa en el hocico. Indicó a la cereana que podía pasar y tras despedirse escuetamente, se fue a prepararse.

–Adelante, adelante –le señaló con la mano el asiento–. Por favor... Dame un momento.

Ka Ta-En se sentó con las cartas de recomendación en las manos, algo nerviosa. Cicak había demostrado ser muy poco hablador antes y había salido cómo si hubiera consumido especia pura. No es que hubiera articulado muchas más palabra, pero no había sonreído antes. Y después parecía un colegial.
–Bien, dime –Ilvael cruzó las manos encima de la mesa y aguardó –.
–Eh, bien. Estaba interesada en el puesto de piloto –dijo, entregándole las cartas–. Antiguos contratadores me las han redactado, pues quedaron contentos con mis servicios.
–Vale, deja que las lea.
–Sí, sí, por supuesto.
Pasaron dos minutos. Dos minutos que habrían sido tranquilos si no fuera porque en tres de esas cartas se paraba, releía y volvía a leer, pero esta vez con una sonrisa en la boca.
–Muy bien, muy bien. Sólo dicen cosas buenas de tí, pero dime –dijo, señalando la primera, que no había releído–; ¿el señor Caramure te despidió porque se enteró de tus anteriores trabajos, verdad?
–¿Perdón? –se estaba temiendo lo peor, casi convencida de que lo sabía–.
–Sí claro. Caramure y yo nos conocemos desde hace unos años y sé bien que no le gusta tener tratos con contrabandistas –señaló las otras tres cartas–. O antiguos contrabandistas.
Ka Ta-En miraba al artesano fijamente, arrepentida de haberse presentado. Podría haber buscado trabajo por el Barrio Azul, dónde encontraría fácilmente una nave con un cargamento ilegal que transportar, pero no, tenía que seguir por el camino legal, quería salir de aquella vida...
–En todo caso, ¿qué tal le va a Maiko? –dijo Ilvael, sonriendo–. ¿Y a Morris? Espero que a Kleite’ni le vaya todo estupendamente, ella y yo fuimos muy... amigos hace años.
La cereana no se enteraba de nada.
–¿Perdón?
–Muy bien, veamos. Primat transportes es la tapadera de Maiko Prenti, que fue un antiguo contratador mío –hizo un gesto para quitarle hierro al asunto, divertido ante la coincidencia–. Logística Canderu es la de Morris, Morris Quent, uno de los mayores mayoristas de lo ilegal de la galaxia y curiosamente, trabajé contra él, pero nos llevamos bien. Y por último, Envíos Jácoron es la empresa fantasma de Kleite’ni Nomarine, con la que pasé muy buenos ratos.
–Euh...
–Bien, tengo claro que Caramure en cuánto se enteró no quiso mantenerte en la plantilla. Está obsesionado con lo que dice la galaxia de los corellianos y quiere quitarse la mala fama como sea, aunque conmigo todavía se habla, claro. Pero dime, ¿y el resto?
–Eh... Ah, claro –aquello le acercó un poco más a lo que había ido–. Pues fueron todo finalizaciones de contrato. Por así decirlo.
–Vale, símplemente acabaste el trabajo –sonrió–. Aunque quedaron muy contentos. Los criminales no escriben cartas de recomendación, pero supongo que quedaron lo suficientemente impresionados cómo para hacerte el favor.. Y no son de los que sienten celos si un empleado quiere seguir la línea legal.
–Es cierto. Me dieron muchas facilidades –supo que no iba a delatarla y se relajó–. Aunque al señor Caramure no le hizo gracia enterarse.
–No, no. Es normal. Como te he dicho, su idea de negocios es limpia y no quiere relacionarla con delincuente o ex-delincuentes.
–¿Ha trabajado para él?
–No, nos conocemos a través de un amigo común –se sentó en el sillón y buscó entre los contratos–. Nos apreciamos, pero no trabajamos juntos.
–Oh.
–Ya lo he dicho; no trabaja con antiguos delincuentes –sonrió, franco–. Yo hace mucho tiempo que ya no me dedico a ello, claro está, pero sigo conociendo a las viejas glorias del mundillo.
–¿En ese caso?
–En ese caso, puedes respirar tranquila –amplió más la sonrisa–; no te voy a denunciar. Por otra parte, estoy impresionado. O sea, Caramure es un trozo de pan, pero los otros tres... Puedes ser una empleada legal, dedicada sólo a trabajos legales. Pero me he dedicado durante mucho tiempo a la profesión y tengo buen ojo. Has llevado portes más allá de la ley y éstos tres te han recomendado nada más y nada menos que por escrito. Están muy contentos.
–Así me lo comunicaron a mí –se tranquilizó, visiblemente–. Trabajé llevando encargos para los tres, pues parece que estén asociados últimamente. Y los tres quedaron muy satisfechos con mi trabajo.
–En ese caso, quiero que te incorpores, por supuesto –repitió el proceso del contrato, entregándoselo–. Serán setenta mil créditos anuales, más un uno por ciento del beneficio obtenido. Catorce pagas, cómo se acostumbra ahora y la posibilidad de renegociar a un 2 por ciento por buen rendimiento en seis meses.
–Veo que los gastos médicos y demás consideraciones están incluídas –dijo ella, con ojo crítico–. ¿Qué es lo de las juergas?
–Que las pago yo.
–¿De veras?
–Evidentemente, las organizo a mí manera.
Ka Ta-En revisó punto por punto el contrato. Considerando las habituales ofertas imperiales, que eran casi todas, las condiciones estaban muy bien. El Imperio pagaba realmente mal a los no humanos. Y las aseguradoras no solían cubrirlos.
–También evidentemente, si no quieres responder todavía, maña...
–Sí, creo que sí que quiero –quería ver la nave lo antes posible, para amoldarse a ella–. Lo puedo firmar ya. Y puedo comenzar cuando quiera.
–¡Espléndido, espléndido! En ese caso mañana puedes venir a las coordenadas de aquí a las nueve y media. Si no tienes transporte, saldremos de aquí a las nueve en aquella dirección y hay sitio de sobra.
–Yo, eh. Sí, acudiré directamente. Antes he de terminar dos gestiones.
–Sin problema, mañana nos veremos, Ka Ta-En –dijo Ilvael, frunciendo el ceño por lo atropellado de las sílabas–. Y me puedes tutear. No es un navío de guerra, sino un simple transporte dónde espero seamos una pequeña familia.
–En ese caso, Ilvael, me puedes llamar Kat. Es más corto y fácil de decir para los no acostumbrados.
–Muy bien, Kat, hasta mañana. Buenas noches.

Después de la despedida y de que la nueva piloto del Emancipador cerrara la puerta detrás suyo, Ilvael salió del despacho. Estaba muy satisfecho. Ya tenía a los indispensables para echarse a volar y un par de encargos interesantes y muy lucrativos. Si todo seguía así, podría partir incluso antes del plazo previsto.




¡Hola muchachada! Siento el soberano retraso, pero he estado malito. Esta es la primera mitad de la introducción de Cicak y Ka Ta-En, personajes de darkchakal y Corto respectivamente. He tenido que mezclarlos porque a pesar del relativo "poco éxito" de la llamada del Emancipador, siguen siendo muchos personajes, que merecen su presentación, aunque en la siguiente entrega estos dos tendran algo más de protagonismo, para compensar.
Y ahora me voy a la camita, que tengo unas ganas de catre que no son normales. Buenas noches.


Por otra parte, recordad que el Emancipador aún busca tripulación, así que si queréis animaros sólo tenéis que
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