jueves, 18 de septiembre de 2014

¡Libertad!

Apenas había un centímetro cuadrado fresco. Las piedras reblandecidas por los brutales rayos del inmisericorde Sol trataban de mantenerse donde estaban para evitar conocer nuevas agonías relacionadas con la temperatura. Un gran montículo de rocas y arena descansaba en mitad de aquél desolador desierto de afiladas rocas y lagartos cocinados allí donde tenían la desgracia de asomarse a la superficie. De dicho montículo, sin embargo, llegaban extraños sonidos. Algo se debatía bajo el gran peñasco ardiente, y se debatía a golpes, gritos e insultos de toda índole.
Una gran roca se movía ligeramente a intervalos regulares. Tan regulares como los gruñidos que ocurrían bajo ella, que sonaban entre desesperados y muy enfadados. Poco a poco, se desplazaba más y más. A golpes.
Esta vez ya no eran golpes. Alguien empujaba decididamente desde el otro lado, un poco desde abajo, haciendo toda la fuerza que a esas horas podía hacer, que evidentemente no debía ser demasiada. Y gritaba mucho, por el esfuerzo, el dolor, la desesperación y unas inconfesables ganas de comerse una buena hamburguesa.
La roca se desplazó, primero hacia arriba y luego hacia adelante. Y un hombre, que era más bestia que persona, empujó dando un último grito, prolongado y extenuado, que acabó átono, sin fuerza y que parecía soltar polvo.
-¡Libre! ¡Libre! ¡Soy libre! ¡LIBRE! -exclamó el desmejorado desconocido, con una ridícula barba de días, las cejas pobladas de polvo de su cueva y la panza bien llena de todo lo que se movía por allá abajo-. ¡Ya no tengo que quedarme más en esta apestosa cueva!

Observó el valle. Tosió un poco, que esta vez sin ninguna duda, confirmaba que el inusual náufrago del desierto se alimentaba de arena o serrín, pues expelía nubes tremendas de polvo. Se dejó bañar por el Sol, sonrió al asfixiante viento, sintió como el sudor lo bañaba inmediatamente por completo y como se iba poniendo moreno por momentos. Paladeó el sabor del aire, la sequedad que le contraía los labios y quemaba la tráquea.
-Que lo mismo... Puedo quedarme un poco más -dijo, mientras se volvía a su cubil-. Que tampoco era tan malo.



Buenas noches a todo el mundo. Ando de "vuelta". No puedo decir que a tope de rendimiento. Tampoco, siquiera, puedo decir que con todo el ánimo en el cuerpo. Pero a menos que falle el examen que hice el sábado (sí, lo hice el sábado y os lo cuento ahora, y hasta para mis aficiones me doy vacaciones); lo que me obligaría a repetirlo en Noviembre, puedo decir que he pasado lo realmente gordo (no sólo por temario, sino por responsabilidad) y a partir de ahora tendré tiempo, mío, propio e intransferible.
Lo bueno es que no me he quedado parado y he ido haciendo algunas cosillas entre mis horarios de estudio y aunque no todo está relacionado con los relatos, algo hay adelantado que me permitirá (espero) teneros unos cuantos meses en antena.

Así pues, podemos dar por reabierta La Senda del Aventurero. Hola a todo el mundo de nuevo.

1 comentario: