miércoles, 9 de enero de 2013

Libertad 9. Dulce emancipación.

Las explicaciones están al final del post, después de la lectura.


Algo sonó en el exterior del hangar. Parecía un claxon. Un claxon profundo y atronador, pero claxon al fin y al cabo.
–Hay alguien fuera –dijo Jeriaebrek–.
–Pues abre –respondió Ilvael en la sala de control, algo extrañado por la pregunta–.
El antiguo maestro jedi se lo pensó un momento y bajó la palanca que abría el acceso al hangar, que se comenzó a mover lentamente.
–Ah, que venía por ahí –comentó, antes de añadir ligeramente enfadado–. Ni te has molestado en mirar quién era.
–Me has dicho que abra.
–Agh, da igual –hizo un gesto con la mano, restándole importancia–. Tengo una de las torretas en servicio, voy a activarla.
Por la enorme puerta blindada del hangar entró levitando suavemente un elegante caza, pintado en una mezcla de manchas blanco hueso sobre una base oscura. Se trataba de un caza de escolta N-2 de Naboo, con tal vez veinte años de servicio, aunque este modelo carecía de la visera carenada encima de la cabina, sobre la que iban montados antaño dos blásters adicionales. A Ilvael no le sorprendió, pues muchos pilotos se quejaron de que la nueva cúpula, algo más abierta y de burbuja semicompleta era inútil con aquello tapando cualquier visibilidad hacia atrás. El caza, con un leve movimiento, aterrizó junto al de Cicak.
–Hola, he venido por el anuncio –era un kel-dor, alto y fuerte, de caminar pausado y porte elegante–. ¿Quién es el señor Norath?
–Yo, soy yo –dijo, admirado del diseño del caza, que era raro de ver pero muy bonito–. ¿Qué puesto te interesa? Aunque imagino que algo relacionado con la escolta.
–Pues... –dudó un momento, pensando bien lo que iba a decir–. La verdad es que esperaba algo un poco más pacífico. Sé de mecánica y soy capaz de reparar los cazas con facilidad. Tampoco tendré queja si he de limpiar, cargar y descargar u organizar la carga.
–Pero tu caza... –se rascó la nuca, pensativo–. No se puede quedar ni nos lo podemos llevar si no le vamos a dar uso. ¿Si lo necesitáramos, saldrías a combatir?
–Para protegernos exclusivamente.
–Me vale, necesito un escolta. ¿Qué armamento tienes?
–Cañones gemelos de iones Taim y Bak KX-8.
–Te gusta dejarlos a oscuras, ya veo –sonrió Ilvael, ante la calidad del armamento–. ¿Cómo te llamas, por cierto?
–Za Nom y sí, prefiero no matar si no es necesario, aunque en ocasiones me he visto obligado a hacerlo.
–Ya veo... Bueno, no te quiero mentir Za –comentó, sopesando bien cómo decir aquello sin que sonara mal–, pero no descartes la posibilidad. Quiero que el viaje en el Emancipador se convierta en un camino tranquilo y sin incidentes, pero no siempre es posible. La galaxia es un lugar peligroso.
–Za ya sabe bien eso –Jeriaebrek se había acercado, atento más allá de sus sentidos normales. Era tan leve que si no estaba cerca no lo notaría, pero allí, lo podía notar. Era sensible a la Fuerza, aunque no demasiado, por eso había podido leer de él sin dificultad–. ¿Verdad?
–¿Os conocéis? –Ilvael pasó la mirada por ambos. Za Nom estaba sorprendido, pero la máscara que le permitía sobrevivir en aquella atmósfera impedía que el artesano fuera capaz de darse cuenta–. Entonces ya me explico por qué has abierto, Jeria.
–Oh, no somos viejos amigos, pero pongo la mano sobre el fuego. Es de confianza.
–Ah, vale ya sé que ocurre aquí. Tú y tus trucos, viejo timador.
–Para protegeros, no dudaré en usar cualquier truco que tenga en la manga.
A su alrededor se habían ido quedando callados. Nomaie sabía de qué estaban hablando, pero el resto no estaba al tanto del pasado jedi de Jeriaebrek, así que ni Cicak, que se había acercado para terminar de firmar el contrato ni Za Nom entendían media. El lagarto no era de usar el don de la palabra sin razón, pero estaba sintiendo el cosquilleo de hacer una pregunta. Se contuvo.
–Uhm, capitán, tengo contrato por firmar –dijo, tras decidirse–. Sssi tiene un momento...
–Sí, claro, claro. Lo tienes en la mesa de la sala de seguridad. Fírmalo que ahora voy a hacer lo propio.
–¿Entonces, me contratan?
–A mi me vienes bien y no han venido demasiados interesándose, así que haremos una cosa –dijo, afable–; No te voy a pagar sueldo de escolta si no vas a ser un escolta activo. En todo caso, transportaré tu nave y si necesitamos que salgas a luchar, te pagaré seis mil créditos por cada navío inutilizado. Es el doble de lo que se lleva un escolta por derribo. Eso sí, cobrarás veinte mil créditos menos al año.
El kel-dor lo sopesó. El sueldo anual para un trabajo de mecánico o encargado de la carga era un poco bajo, a pesar de el plus por inutilizar naves; a no ser...
–¿Mi puesto estará asegurado?
–Seguro civil, seguro médico completo, yo pago las fiestas, así cómo reparaciones, comida y en tu caso, filtros para la máscara. Y casi cualquier cosa que necesites.
Parecía sincero. Realmente, casi todos los twi’leks parecen sinceros cuando mienten, pero creía o quería creer que él lo era. Sus lekku se movían en armonía con sus movimientos de cabeza, sin cambios bruscos perceptibles. Si mentía, no lo hacía conscientemente. O eso creia, siempre era difícil de decidir con aquellos embusteros naturales.
–Está bien. me parecen buenas condiciones –dijo por fin, desde el fondo de su máscara–. ¿Dónde dejo el caza?

Ilvael lo había despachado a aterrizar en el hangar del Emancipador donde podría encontrarse con parte de la tripulación






Buenas a todos de nuevo. Estoy resurgiendo, cual Ave Fénix o cual error informático. De nuevo estoy en la brecha, de nuevo en modo multitarea y pretendiendo sacar las entradas correspondientes. No prometo nada, pero algo he de hacer. Espero que os guste la nueva entrega, en la que presentamos a Za Nom, el kel-dor ideado por ElVal cómo hombre-para-todo/escolta de oh-mierda-estamos-perdidos. Lo que me recuerda que he de avisarle.


Por otra parte, recordad que el Emancipador aún busca tripulación, así que si queréis animaros sólo tenéis que Clickar aquí y postear vuestra idea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario