jueves, 31 de mayo de 2012

Lugares de Cindre: Averno (II).

Bueno, hace ya tiempo que quería seguir con una segunda entrada comentando algunas características extra sobre Averno, la puerta al Inframundo de Cindre, el mundo dónde discurren las aventuras de Icusagora Riel. Dichas aventuras deberían haber comenzado con un tono claramente steampunk y el nombre habría sido "Las Imposibles Aventuras de Icusagora Riel". Al final, por mi propia mano, la cosa pivotó ligeramente hacia la fantasía, pero pretendo darle una ligera capa tecnológica. De momento, hasta que lleguemos a eso, os conformaréis con la segunda parte de la entrada al Inframundo.

De paso, digo ya de forma oficial que he puesto mi blog bajo una licencia Creative Commons, por si las moscas. Es algo que animo a hacer, para tener una base legal en caso de problemas más adelante.


Quince millas al Norte del cráter que cobija Averno, nos encontramos con MIrina, una de las más bellas ciudades del Imperio Pomoleno (que de bellas ciudades entiende un rato). No tiene edificios especialmente altos, a excepción de la Torre de Gobierno, donde habita el burgomaestre que administra la ciudad. Dicho burgomaestre suele elegirse entre los mejores consejeros del emperador, como un regalo. El burgomaestre de Mirina suele llenarse bien los bolsillos mientras ostenta el cargo, pese a que suele durar poco en él, ya que precisamente, lo emperadores conocen perfectamente el problema de Mirina y que afecta a toda la población.
Por influjo de las energías que escapan de Averno, la población se ve afectada. No son malvados, o tienen predisposición hacia el mal, como pudiera creerse. Son de los seres más astutos, taimados y avariciosos del orbe entero, llevándose la palma los empleados públicos. Si uno visita Mirina en ciertas fechas escogidas o durante una guerra, la cosa ya se dispara y hay que mantener los ojos bien abiertos. Los tenderos intentarán cobrar precios abusivos (los precios de Mirina ya son abusivos, sólo que cada comerciante tratará de aumentarlos. Cada año, crecen más). Por la calle es mejor llevar la bolsa bien vigilada, pues las sonrientes gentes del lugar no tendrán problemas en dedicarse al hurto, si hay oportunidad.
Y no hablaremos mucho más de ésta Joya Perversa, pues nos dedicamos de momento a la influencia de Averno en sus alrededores. En Mirina, como ya habrán supuesto, provoca que la población sea corrupta y en el peor de los casos, seres despreciables, así como en la fauna de la ciudad. Las ratas, mosquitos, perros, gatos y demás animales tienden a ser más grandes y agresivos que los del resto de Cindre. Sin embargo, hay una excepción, que nadie logra comprender. Los murciélagos también son más grandes que especies similares en otros lugares. Mucho más grandes, pues bien miden más de seis pies de envergadura y son extraordinariamente voraces. Los habitantes tienden a respetarlos, pues suelen comerse a casi cualquier especie que se extienda demasiado, especialmente ratas, mosquitos y gatos, pero no le suelen hacer ascos a nada.

Fuera de Mirina hay pocas muestras reales de las mutaciones provocadas por las energías de Averno, excepto animales más fieros. Es en el puerto de la ciudad y en todo el Golfo de Ranac, dónde se hace palpable de verdad. Inexplicablemente, la permeabilidad del agua a la maldita energía del Inframundo es muchísimo mayor, así que el Golfo suele presenciar algunos fenómenos extraños. Los monstruos marinos son cosa habitual en estas aguas, aunque no se suelen dejar ver. Las apariciones fantasmagóricas tienden a aparecer en cada viaje y en ocasiones el agua y el cielo toman extrañas tonalidades y cuándo eso ocurre, se desatan tormentas espantosas, que tan sólo los capitanes acostumbrados son capaces de capear.
Y así acaba ésta explicación sobre Averno, alumnos. Para la próxima clase os instruiré acerca de Hisparii, la violenta nación cuyas tierras son lamidas por las mismas aguas que las del Imperio Pomoleno y que tantas guerras ha librado contra todos.

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