lunes, 20 de febrero de 2012

Concepto de Personaje: El aborigen Barega.


Bueno, hoy os traigo una nueva prueba con lo que tengo del guión. Ésta vez trata sobre el más grande de los protagonistas. Y cuándo digo grande, es grande de tamaño.
Por otro lado, querría comentaros algo de lo que no tiene sentido hacer secreto. Ya hay dibujante para el guión que nos ocupa. La podréis conocer por sus trabajos en Subcultura como por ejemplo: El Noveno Círculo o Paridas Anillescas. Como os podéis imaginar, se trata de blacksanz, que a fé mía estaréis de acuerdo conmigo de que tiene una gran calidad como webcomiquera.
Nos estamos tomando el asunto con calma, pues aunque me vaya a servir para soltarme un poco en el papel de guionista y aprender sobre el oficio mediante la práctica, quiero darle un cierto mimo, pues aunque es una historia sin nombre, sin excesivos detalles, tiene mucho más tiempo que Bill, Folgore, Icusagora o la Senda del Aventurero misma. Así que con tiento, poco a poco, avanzamos.

Sin más tardar, os presento al gigante Barega:

Gigantesco. De voz profunda como un trueno y un acento de mil diablos, cómo hablan algunos isleños, pero más cerrado y sin embargo su pronunciación es cuidadosa y educada, que contrasta con la enorme energía del hombre. Todavía no le he escuchado hablar en su lengua natal y cada vez tengo más claro con nunca la escucharé.
- ¿Viene pues de Australia? - Pregunté, ofreciéndole un cigarrillo de los que me había dejado Dean. - Está muy lejos de casa.
- Todos lo estamos. Sí. - Rechazó el cigarrillo con un movimiento leve. - No fumo, gracias. Australia es el lugar de dónde procedo. Pero no me siento del todo de allí.
- ¿No se siente australiano?
- Hasta mi mayoría de edad, el concepto "australiano" era desconocido para mí. - Sonrió, pues sabía que había estado hablando de él, averiguando su historia. - Y para mi tribu, irrelevante.
- ¿No tenían contacto con el resto del país?
- No habitualmente. Les habían dejado claro que no queríamos nada de ellos.
- ¿Y usted?
- Decidí que quería ver los confines. Los del Mundo. - Levantó su pesado cuerpo, que mediría fácilmente más de dos metros y era un todo proporcionado. - Imagine qué sorpresa al llegar a todos los confines. Y saber que aún queda más.
- Pero... No entiendo una cosa, sinceramente. - Me sentía intimidado, por la imponente presencia de aquél hombre de oscura piel. - ¿Porqué vino a África?
- Aaaah... Éso quiere oír. No hay duda. Mi historial. - No se sentó, sino que miró el sombrero de caballería norteamericana que había colgado del clavo de la pared y se giró. - Por el cine.
- ¿Cine? - Sabía que la gran pasión de Barega, más allá de las armas, la vorágine y el meter ruido, era devorar películas como un auténtico fanático. No las había visto todas, pero desde luego, dudo que alguien más se acercara a ello. - ¿Está aquí por el cine?
- No es tan difícil. Salgo de mi pequeño y aislado poblado. Veo la televisión, anuncios, leo libros. Pero el cine es lo que más me impacta. Las bélicas. - Señaló el sombrero con la cabeza. - Apocalypse now fué la primera que ví de guerra. Fue aburrida, larga y creo que no cogí el asunto del todo. Pero sus escenas de combate... Oh, amigo. Así que miré más, ví muchísimas películas. Y decidí que quería verlo de cerca.
- Pero... Es de estar loco.
- Sí, eso dicen. - Sonrió de nuevo, volviéndose a sentar y provocando un pequeño terremoto en el proceso. - No sólo en África, sino en una buena cantidad de sitios más he estado desde que cumpliera mi mayoría de edad y saliera al mundo. He hecho amigos, amantes y enemigos. A muchos los he perdido. Pero sobre todo, he aprendido que no se parece en nada a lo que se pueda ver en la más cruel producción.
- ¿Ha dejado de ver cine?
- Por supuesto que no. Disfruto mucho con cada estreno y lamento no tener tiempo para más. Pero ah, ya no las tomo en serio. Ya sé que son mentiras, aunque tengan capas de verdad.
- Ya para terminar con ésta tanda... Si no es indiscrección. ¿Porqué se queda, a lo que parece una muerte segura, en plena guerra civil, en un país del que no tanta gente ha oído hablar.
- Podría ser lealtad. O amor por el pueblo al que protejo. - Cruzó las manos sobre la desvencijada mesa. - O tal vez ganas de matar. O de morir.
- ¿Alguna elección en especial?
- Que no se diga que aquí estuve y no quedé para ver el resto de la historia. Prefiero morir y vivirlo personalmente, que vivir y que me lo cuenten.

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