viernes, 19 de marzo de 2010

Icusagora Riel. El principio.

Bueno, comenzamos con este lío:

Icusagora nació un día bastante lluvioso. Tan lluvioso que el pueblecito lleno de miserables chozas donde nació se anegó completamente, siendo destruidas la mayoría por la fuerza del agua. Ese mismo día quedó huérfano. Su padre murió de alguna enfermedad que; evidentemente, el curandero local, no sabía curar. El licor de lagarto no había hecho nada bueno en su padre. Sin embargo su madre estaba sana, pero la corriente de agua la sorprendió allí. Al quedar al descubierto, la fulminó el único rayo que cayó aquel día. Su abuela trató de recogerlo, pero sufrió un fulminante ataque de reuma de los pantanos y quedó seca en plena riada. El abuelo, antaño un soldado y guerrero capaz, habría rescatado a la indefensa criatura, si no hubiera sido por la lamentable casualidad de morir de viejo la semana anterior. Sí, aquel chico estaba destinado a quedarse solo. Y tanto. Porque Icusagora Riel, estaba tirando en las tablas de generación de trasfondo, y no estaban saliendo nada, pero nada bien.

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