sábado, 11 de diciembre de 2010

Icusagora Riel. El Beaufighter y el Golfo Ranac (IV y medio).

 Bueno, dado que esta es más cortita, he decido que será parte de la 4ª entrega. Si os preguntáis el porqué de esta decisión... Esque el tal y como acaba... Merece la pena dejaros un día así.
¡Ale, que os aproveche!



-¡Capitán! -El segundo oficial señalaba hacia tierra, catalejo en mano. -¡Ha de ver esto!
-A ver Hal, dime qué ocurre. -Se llevó el pequeño tubo desplegable que le tendía al ojo y lo ajustó, antes de mirar en la dirección indicada. -Oh, diablos.
En tierra, justo a la salida de la pequeña playa dónde habían embarrancado, los scandios se estaban agrupando para atacar al pequeño grupo, que en ese momento se afanaba en la sangría que llevaba a cabo en la escorada cubierta del snekkar destrozado. Habían discutido por aquello, antes de lanzar el ataque. Habían solicitado que algunos marineros los acompañaran, pero Ismiz se había opuesto completamente. “Son marinos, no luchadores.” Es lo que les había dicho. Ahora dudaba, pues se daba cuenta de que al repeler el abordaje se habían comportado como auténticos infantes de marina. Pero había sido contra un grupo pequeño de aquellos piratas, no en tierra y contra tantos. En todo caso, ya había prometido actuar en caso de necesidad y desde luego que iba a actuar. Aunque le costara una fortuna.

Bajaron hasta la arena teñida en sangre, los cuatro guerreros. Todos resoplaban por el esfuerzo, excepto Hoplas, que parecía estar encantado con la situación.
-¡Aaaah! ¡Por mi vida que hacía tiempo que no me divertía tanto! -Se estiró, zarandeando las hachas que blandía en cada mano. -¡Ni siquiera he necesitado el escudo!
-Oh diantres. -Icusagora había seguido la mirada fiera de Careila, hasta el grupo que se concentraba en la playa. -Oh mierda, mierda, mierda.
-Bueno, ahora si que tendrás que usar ese escudo grandullón. -Espinoso se ajustó las correas de sus armas y se arrimó al enorme luchador. -Hazme el favor y cúbreme un poco. No todos somos capaces de llevar una armadura así.
-¡Pletoq! -Riel se hizo escuchar por encima del fragor de las olas. -¡No te reveles hasta que termine todo el combate!

Todos estaban preparados para el que sería el combate de sus vidas. Enfrente suyo habían al menos una veintena de precavidos y organizados guerreros scandios, deseosos de devolver cada uno de los golpes infligidos a sus compañeros de armas. Aquello no era como las anteriores luchas. A todas luces iba a ser una masacre. Y no tenían mucha certeza.
-Muy bien, “héroe”. -Espinoso estaba sarcástico, algo que lo hacía muy odioso, dado su timbre de voz. -¿Y ahora cómo salimos de esta?
-Chitón mono de feria. Si Ismiz me hubiera hecho caso, esto no sería un problema.
-Riel, con mis los respetos. A Ismiz, que es mi amigo, le cuesta mucho perder marineros. -Hoplas había dejado una de sus hachas en tierra y estaba desenganchando el escudo redondo que llevaba a su espalda. -Y para maniobrar su barco los necesita. No crea que lo hace por gusto, pero él no es un aventurero, sino un pacífico comerciante.
Icusagora no replicó. Se limitó a aspirar, oliendo a sal y mar, preparándose para la carnicería que iba a seguir a todo aquello. El jefe de los enemigos estaba invocando a sus dioses con voz de trueno. Sus hombres lo coreaban con entusiasmo, aunque alguno miraba a los cuatro asaltantes y fruncía el entrecejo. De pronto, en mitad de la exhortación, el líder elevó los brazos al cielo, entregando a los Hados la vida de aquellos insensatos a los que iban a exterminar. Y murió.

3 comentarios:

  1. Pues sí, buen final (por llamarlo de alguna manera, mamoncete). El texto, muy correcto.

    Excepción: "golpes infringidos a sus compañeros". Comprueba, por favor, el significado de 'infringir' y de 'infligir', y verás tu error.

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  2. IIIEEEAAAARGH!

    Maldito OpenOffice!

    Cuándo escribí lo de Inlfingidos y me lo marcó me extrañé. Y como tenía prisa, lo puse con "R" y me quedé más ancho que largo.

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  3. Y MALDITO YO!

    Infligidos va sin "n" maldición!

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