lunes, 21 de octubre de 2013

¡No pares! ¡No mires atras! ¡Sigue corriendo! 3 (Final)

Y después del intermedio, continuamos:


–¿Qué broma es esta? –había retrocedido un paso. Desde luego aquello era una visión y ya no tenía ninguna duda, pero no sabía hasta qué punto podía tomarla en serio–.
–No hay broma que valga –sonrió, divertido por su reacción–; los mataré y no podrás detenerme.
–¿Debo suponer que lo haría yo? ¿A sangre fría? –no podía creérselo. No había razón para hacerlo–. ¿A quién quiero más que a mi propia vida?
–¡No! ¿No me has oído? –pegó las palmas al muro y acercó la cara, para asegurarse de que lo escuchaba–. Seré yo, ya lo verás.
–No voy a asesinar a mi familia, ni a mis amigos –golpeó de nuevo, tratando de alcanzarlo, por puro instinto–. Da igual qué terrible visión me muestres, no pasará.
–Creo que has debido golpearte demasiado fuerte la cabeza –ahora, el doble malvado parecía disgustado–. O te has quedado tonto al contemplar lo que les aguarda.
–Creo que lo llevo bastante claro…
–¡No! ¡Escuchame de una maldita vez! –la ira lo recorría, aquello era ridículo. Había ido para asustar y aquél mercenario parecía haberse calmado después de ver su cara–. ¡Estarán escondidos, los encontraré y los mataré!
–Quiero decir, ni de coña me verás levantando una mano contra ellos…
Ahora la furia la ponía la aparición. Golpeaba con fuerza el muro, fuera de sí mientras Vilem continuaba pormenorizando lo que jamás sería capaz de hacerle a su familia con aire socarrón.
–...y desde luego, no podría obligarles a comer coles de Chandrila, esas verduras infernales…
El muro cayó en mil pedazos transparentes. El invasor lo había puesto y comprendió después de varios golpes que podría retirarlo y así lo hizo. Avanzó de una gran zancada a por el mercenario, que continuaba con la chanza y alargó el brazo derecho para cogerlo del cuello. Pero ya no había cuello, sino aire y él giraba ahora en el mismo. Vilem le acababa de hacer una de las llaves más simples que existían y lo mantenía inmovilizado contra el suelo.
–Me da igual quien seas –dijo, completamente serio y sin broma–. No podría importarme menos de que oscuro pozo de mi pasado asomas. Me da igual si eres uno de los supervivientes del exterminio de Falleen, o si me cargué a algún colega tuyo durante la represión en los sectores hapanos.
–No soy…
La armadura del invasor no pudo soportar la fuerza y se partió, junto con el brazo. Gritó de ira y dolor, incapaz de controlarse, pues comprendió que el soldado, le había fintado y se acababa de poner al mando de aquél mundo onírico originado de sus pesadillas.
–Te he dicho que no me puede importar menos –se centró en el hombro y esperó con satisfacción el grito. Sonrió satisfecho–. Si me amenazas a mí, lo resolveremos cómo debemos. Si amenazas a mi familia, te mataré lentamente y no encontrarán tu cadáver jamás.
–No puedes… matarme –le costaba pronunciar. Aunque sabía que el dolor no era real, Vilem procuraba que lo sintiera cómo sí lo fuera–. No podrás matarme.
–¿Qué mierda es esa? ¿Qué es eso de que no existes? ¿Quién demonios eres?
–No, no. Has dicho… que no, que no te importa… –una especie de carcajada hueca salió de su garganta–. Ahora ya no lo sabrás… nos veremos, nos veremos cuando sea mi oportunidad. Y no podrás hacer nada.
La realidad cedía, la conexión mediante la Fuerza se debilitaba. A su alrededor, la oscuridad era derribada, pero no podía verlo. La plataforma cedió y cayeron juntos al abismo, perseguidos por la maníaca risa del malvado.
–¡No!
Miró alrededor. Sólo la oscuridad de su habitación terrosa le había dado la bienvenida. Se sentó sobre el catre, incapaz ya de dormir y meditó levemente sobre lo que había visto.
–No ha sido una pesadilla… –pensaba en alto, necesitado de escuchar alguna voz, aunque fuera la suya–. Ha sido una visión, enviada por alguien. Alguien que quiere asesinar a Biranai y a Eric.
Se levantó del todo y dio la luz. Fue hasta el escritorio, donde descansaba una botella que no recordaba haber dejado allí. Dio un trago y cerró los ojos al notar el fuerte licor. Una lágrima le cayó por la mejilla, acompañada al poco por más compañeras, ya desde ambos ojos. Acababa de comprender. No la terrible revelación de muerte que pendía sobre su mujer y su hijo, no lo siniestro de usar su aspecto para mostrar tan fatal advertencia. No. Estaba feliz. Los había visto, un retazo de futuro.
–Están vivos –se abrazaba a la botella cómo si estuviera borracho–. ¡Están vivos! ¡Están vivos y los veré!
Se enjugó las lágrimas y respiró ruidosamente para calmarse. No sabía cómo, pero aquél que había intentado asustarle con aquella terrible visión acababa de avivar una llama de esperanza que hacía tanto que estaba extinta.



Bien, y aquí termina este relato corto. Cómo ya comenté, no es un relato corto propiamente dicho, sino parte de la propia narración de mi Fanfic de Star Wars Galaxies. Los más entendidos, verán alguna pequeña incongruencia con los dos hechos que he dejado caer en el relato: El Exterminio de Falleen y la represión de los sectores hapanos. El primero en principio fue cosa de bombardear unos laboratorios (y la ciudad que lo rodeaba) desde la órbita del planeta. En el Universo que he creado alrededor de mis personajes, no necesito una bacteria devoradora de carne (es lo que se libera en dicha ciudad y que provoca una expeditiva respuesta de Vader). Sin embargo, decidí dejar el marco de peligro biológico y hacer que el exterminio lo llevaran a cabo tropas de tierra de forma sistemática.
Dichas tropas eran mercenarios poco necesarios para el Imperio y nuestro protagonista participó en el exterminio activamente.
La otra situación, que yo sepa no se ha dado nunca. Dado que necesitaba una galaxia más conflictiva, he diseñado alguna guerra civil a menor escala. El Imperio Galáctico no es la única organización en la galaxia. Existen también otros imperio, cómo el Hutt y el Consorcio de Hapes y cada uno tiene sus problemas internos. En este caso, unas colonias hapanas se levantan en armas en contra del control central y tratan de establecerse libremente. El Consorcio envía a su flota a pacificar la zona, llevando además a varios millares de nada pacíficos soldados profesionales, entre los que de nuevo, se encuentra Vilem.
Lo de Falleen lo tengo pensado cómo una dura prueba no sólo para el protagonista, sino para todos los personajes. Un terrible virus se extiende sin control, propagado por la Rebelión (eso es lo que saben) y deben llevar a cabo una "limpieza" de cualquiera que de positivo.
Lo del Consorcio es más complejo. Están aislados del resto de la galaxia por unas nebulosas que impiden el tránsito hiperespacial por el Cúmulo de Hapes, así que en general, no tienen nada que temer. Disponen de una pequeña y potente flota (hablo de mi visión sobre ellos, no la original) y apenas un ejército testimonial. Hay varias rutas hiperespaciales que pueden alcanzar el cúmulo, pero están estrechamente vigiladas y es posible que se traten de los puntos mejor armados de toda la galaxia. Después del levantamiento, un diplomático hapano, contrató a una gran cantidad de mercenarios y compañías libres y los transportó por estos puntos hasta el interior del espacio de Hapes. Allí, los embarcaron en la flota y partieron a una batalla que comenzó contra un sólo grupo, que a la larga se dividirían en dos facciones menores, enfrentadas y en guerra. El conflicto a tres bandas acabaría con la victoria hapana, la destrucción de ambas facciones y la ejecución de sus líderes y con los mercenarios licenciados.

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