martes, 5 de junio de 2012

Cafetera.

Pack McPorck llevaba un mal día.
Había dormido fatal, había evacuado fatal y se encontraba fatal. Le sabía la boca a estropajo y le olía el aliento a cloaca.
- Necesito un café -murmuró, prácticamente incapaz de vocalizar con normalidad-. Calentito, café calentito.
- Y un chorrito de coñac -dijo una voz, cerca de su oído-. O vodka.
- Ciertamente -concedió Pack-.
Se abalanzó al banco de la cocina y conectó la ruidosa cafetera. Hoy era azul y se sintió algo reconfortado. Si hubiera sido amarilla, ya no habría cafetera encima del banco.
El bote del café estaba abierto, cosa rara porque sólo vivía él allí y que recordara, lo había guardado perfectamente. En todo caso, negó con la cabeza y sirvió tres buenas cucharadas del polvillo grisáceo en el filtro. Esperó pacientemente a que terminara de echar líquido en la taza y sacó dos botellas. En una, había un líquido oscuro, como las bebidas de cola descafeinadas, mientras que en el otro, el líquido era un poco más soso. Dudó un momento y al cabo echó un buen chorro de ambos en el café.
Se llevó la mano a la cabeza y soplando con cuidado lo vertió en el embudo conectado a su occipital. Casi al instante se estiró todo lo alto que era y con un alegre silbido se vistió, agarró el paraguas y salió decidido a tener un buen día en la planta de procesado.

2 comentarios:

  1. Juas, juas... Perversiones surgidas de una mente enferma, sin duda.

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    1. Pues aunque no lo creas, yo diría que es producto de una indigestión o algo así. Cuándo me he levantado ésta mañana con el recuerdo de lo que se lee arriba, estaba bastante confundido.

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