lunes, 25 de abril de 2011

Icusagora Riel. El Beaufighter y el Golfo Ranac (VII).

 ¡Muy buenas! 20 días hace que no publico nada nuevo y algo más desde que Icusagora se quedó dónde estaba, tirado en tierra y malherido. Esta es una entrega corta, muy de darme tiempo para preparar más cosas y evitar que mis lectores pierdan interés completamente. Espero que os guste, a pesar de la escasa longitud de lo que hoy publico.

Un saludo. 




Había despertado muy dolorido, incapaz de respirar sin quejarse. Pero estaba vivo y aquello le dio la suficiente energía como para salir a la soleada cubierta. Los marineros se afanaban en cargar la mercancía con la que Ismiz comerciaba. La mayoría ocupaba las bodegas, que no eran muy amplias, mientras que el castillo de popa se reservaba para los camarotes de viajeros. A pesar del dolor, Icusagora se preguntó cómo narices sacaría dinero el capitán del Beaufighter si disponiendo de poco espacio, no lo aprovechaba al máximo. En ese momento hablaba con un hombre bajito pero fornido, de pelo ralo y tez morena, que le mostraba un papel.
– ¡Ah! ¡Estás despierto! – El capitán le saludó con una amplia sonrisa blanca, que destacaba contra su piel curtida por el sol y el mar.  – Me alegra ver que el mediano es capaz de apañaros como toca.
– Gracias, capitán. – Respondió al saludo levantando la mano y mostrando una mueca producida por las heridas. – La verdad es que tiene muy buena mano
– La verdad es que tengo que agradeceros que me convencierais para combatir. – Dijo con la cara enrojecida de satisfacción. – Me han regalado una barbaridad de cartuchos y balas. He tenido que rechazar la mitad…
– Apenas entraban en la santabárbara… – Kovac, le devolvía la mirada a Icusagora, que luchaba por reconocerlo. – No es muy sensato cargar con más pólvora de la que quepa en la bodega.
– Ya, es normal. Una vez a Vercel le reventó uno de los barriletes donde la llevaba almacenada y estuvo un mes de convalecencia. – Sonrió, al recordar al contador que se iba de la lengua con facilidad. – Además, le costó un dineral la recuperación y la broma de volver a comprarlo.
– Si… – Dejó de mirar al joven y se volvió a su capitán distrayendo su atención en limpiar una mancha de tinta de sus dedos. – Capitán, si no necesita nada más…
– Si, si, Kovac, puedes continuar con lo tuyo, gracias. – Despachó con un gesto de mano, antes de acodarse en el pasamanos. – Bueno, joven amigo, lo que decía es cierto. Os lo agradezco, porque he conseguido mercancías gratis y he vuelto a probar el combate.
– Lo que me sorprende es que lo regalen tan alegremente. Sobre todo en cartuchos.
– Ah, bueno, por lo visto, no sólo les hemos salvado la vida, sino la producción y el material de bastante tiempo. Dicen que se pueden permitir regalarnos eso. – Escupió y se alejó de la borda, mientras sonreía. – Además tengo una pequeña sorpresa para ti.

2 comentarios:

  1. ¿En qué quedamos, bastante dolorido o muy dolorido?
    Y creo que no 'lo saludó', sino 'le saludó'.

    Sobre el texto, la verdad es mola el rollito O'Brian que le da a la historia el Beaufighter.

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  2. ¿Uy? No sé de que hablas eh...

    Gracias por el apunte. Y por lo del rollito O'Brían, la verdad es que con el tema del barco me estoy intentando dar toda la caña posible, pero sin inflaros a tecnicismos.

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