viernes, 11 de junio de 2010

Folgore IV

Otra del superhéroe favorito de los suizos.




Lo llevaba persiguiendo desde que saliera de Smolensko a toda leche. Aquello se había convertido en una carrera a toda velocidad contra aquél capullo que había derribado un avión sobre la ciudad. Y sus dos compañeros se habían sumado a la fiesta poco después, pero ni ellos podían alcanzarla, ni ella podía llegar hasta el causante. Se cansaba y ellos parecían tan frescos como al principio. La llamaron loca al cortarse el cabello castaño cortito para que no le estorbara, pero ahora estaba contenta de haberlo hecho porque en combate podía resultar fatal. Pero tenía que encontrar un uniforme menos ajustado o iba a estallar de furia. No iba a conseguirlo, se cansaría y no lo alcanzaría... Pidió mentalmente un milagro mirando al cielo, suplicante.
Folgore había calculado una trayectoria decente para interceptar al primero y además se había enterado de lo ocurrido gracias a la televisión, que le había saltado a pantalla al detectar información sobre las cuatro figuras. Al parecer un vuelo de corto alcance había sufrido un ataque por el que va en cabeza y una heroína rusa lo perseguía. Los otros dos seguían siendo un misterio. Muchos muertos que eran responsabilidad del que tenía 500 metros más abajo. Ahora 300. Y ahora 50.
El impacto estremeció el aire a su alrededor. La rusa reaccionó dando un gran rodeo para ver mejor la situación. Una figura negro-amarillenta impulsaba sin tocar a su perseguido, mientras uno de los que le pisaban los talones volaba a su encuentro. El otro había aminorado para decidirse y pareció decidirse por ella. Ahora los vio mejor. Vestían colores chillones y portaban capas oscuras, además de figuras y símbolos extraños en su pecho. Sin dejar correr más tiempo encaró al primero con un sonoro puñetazo en la cara, sintiendo hueso y cartílago deshacerse bajo sus nudillos y lo estrelló contra su compañero. Algo estalló en el suelo y desvió la mirada hacia la blanca superficie.
Telequinesis. Siempre había querido mover cosas desde la distancia. Y ahora empujaba desde casi un metro de distancia a un metahumano vestido como un payaso de circo francés que volaba y a juzgar por la cara de tranquilidad, era bastante resistente. Lo hizo golpear contra la nieve de los Alpes, pero aquello no funcionaría, así que antes de que se asentara la nieve ya había golpeado tres veces a su rival y no había servido de mucho. Recibió una patada en el plexo solar que ninguna tela trenzada y reforzada con los mejores materiales pudo absorber en su totalidad y que desde luego dolió de forma endiablada. Cayó de espaldas, a unos 5 metros, retorciéndose y llevándose las manos al pecho mientras el otro se ponía en pie. Y se acercaba. Y lo cogía por el cuello. Y le decía algo en un idioma que no era ruso, pero que desde luego usó para insultar de una forma bastante baja. Y justo cuándo pensaba que iba a morir y que sus empleados iban a tener mucho que explicar y que proteger, apareció un ángel.

3 comentarios:

  1. Lo siento, pero no me lo trago... No puedo.

    Me dice blogger que lo escribiste hace cuatro horas... Y son las 7 de la mañana. Yo tengo la excusa del curro, pero tú no. Espero que haya sido una combinación de calor + gato, o algo así.

    ResponderEliminar
  2. No... ¿No te lo tragas? Que... misterioso.

    Nah, deberías estar acostumbrado ya a mis horas de actualización. Pero a mi me aparece como publicado a la 1:36 AM. Según subcultura (publiqué allí un poco despues) a las 10:20 de esta mañana hacían ocho horas desde que lo colgué. Lo que lo planta en las 2 de la mañana. Voy a revisar la franja horaria, pero juraría que me da la de mi ordenador.

    ResponderEliminar
  3. Quería decir que no trago a los superhéroes... Qué se le va a hacer.

    ResponderEliminar